¡Un libro altamente recomendado para matrimonios!
Aunque me duele mucho, escribo esto porque creo que mi testimonio podrá servir a muchos, es decir, para que nunca se dejen llevar por lo que yo me dejé llevar, para que nunca transiten el camino que tristemente yo transité. ¡Jamás pensé que sería capaz de equivocarme tanto en la vida! Este último año ha sido realmente una pesadilla que no quiero volver a tener y quisiera compartirla con ustedes, especialmente con los jóvenes que un día llegarán a formar una familia en el matrimonio.
Tengo 22 años de casada. Me casé muy enamorada. Me casé con el amor de mi vida, luego de siete años de enamoramiento y muy segura de que mi matrimonio era para toda la vida, de que seríamos muy felices porque nos conocíamos muy bien y porque deseábamos compartir nuestras vidas por siempre. Tuvimos dos hijos preciosos y la vida de pareja paso a ser una vida de familia donde sin querer las prioridades cambian y los hijos se convierten en el centro de la atención. Cada uno cumplía sus responsabilidades con mucha dedicación. Trabajamos mucho para tener todo lo que queríamos. Mi esposo andaba preocupado por ganar una solidez y seguridad económica y yo me ocupaba de la casa y de la educación de nuestros hijos. Sin darnos cuenta ya no nos dedicábamos a nosotros el tiempo de antes. Poco a poco dejamos de ser una pareja que vivía el uno para el otro y ahora teníamos algunas diferencias, mayores responsabilidades, preocupaciones, objetivos distintos, pero igual sabíamos que amábamos nuestra familia y estábamos comprometidos con ella.
Yo siempre traté de ser la esposa perfecta, sabía que mi hogar era lo más importante del mundo y que la armonía en una familia siempre está en manos de la mujer. Nosotras somos el corazón de nuestras familias y así lo asumía yo. Nunca tuvimos grandes problemas ni conflictos que no pudieran ser resueltos con normalidad. Me gustaba ir a Misa todos los Domingos, me hacía sentir bien y siempre pedía por la unión de mi familia. Esa era una de mis prioridades cuando rezaba. Los hijos crecieron y todo se convirtió en una rutina. Cada quien con sus actividades, todo parecía estar bien.
No sé en qué momento nos distanciamos tanto, no sé en qué momento mis sentimientos cambiaron. Estábamos tan lejos el uno del otro que casi ya no compartíamos nada. Empecé a sentirme poco amada, poco valorada, poco deseada.
Como mis hijos estaban más grandes tenía más tiempo para mí, y como no tenía con quien compartirlo salía con amigas, pasaba mucho tiempo en el chat o en la computadora. Ya no le daba tiempo a nadie y poco a poco me fui por un camino equivocado, me perdí, me alejé de todos los que realmente me querían y solo escuchaba a mis “amigas” y lo bueno que sería salir a divertirnos, viajar solas, sentirnos jóvenes nuevamente. ¡Nos merecíamos “algo mejor” que lo que teníamos!
Me convertí, sin darme cuenta, en otra persona. Empecé a desear estar sola para poder hacer todo lo que quería con libertad. Me convencí de todo lo que mis amigas me decían. Ellas se convirtieron en las personas más importantes para mí y “solo ellas me comprendían”. Así fue que empezamos a salir, a viajar, y en esos viajes salíamos a divertirnos, a conocer gente. ¡Como adolescentes, nos sentíamos bien sabiendo que todavía llamábamos la atención de los chicos y que nos veían atractivas! Luego vinieron los chats con los nuevos amigos y –como ya supondrán– cometí el peor error de mi vida: le fui infiel a mi esposo, me atreví a hacer algo que jamás imaginé. Perdí toda conciencia, no pensé en mi familia, no pensé en las consecuencias ni en el daño que esto podía causarle a muchas personas.
Como consecuencia de esto dejé de ir a Misa porque en el fondo sabía que lo que hacía estaba mal y me avergonzaba de mí misma. Cambié totalmente y obviamente mi esposo y mi familia se dieron cuenta. Mi esposo descubrió mi infidelidad y ¡yo lo acepté de la manera más arrogante y soberbia! En ese momento sentía que no me importaba nada y que estaba dispuesta a dejarlo y hacer mi vida como quería. Entonces conocí un lado de mi esposo que jamás había visto: él estaba furioso, me trató como a una cualquiera, me botó de la casa y me pidió que jamás lo volviera a ver, ni siquiera porque teníamos dos hijos. ¡A Él no lo volvería a ver jamás!
Pasé esa noche sola, sintiendo un dolor tan grande como el que jamás pensé sentir, estaba tan confundida, ¡me sentía tan miserable! Medité en todo lo que había hecho y me pregunté lo que quería hacer de mi vida. No dormí nada y me puse a rezar, pidiéndole a Dios que me ayude a aclarar la mente. Cuando amaneció fue como si alguien me hubiese quitado la venda de los ojos y quería mi vida de regreso, quería a mi esposo, a mis hijos, el hogar que tanto había cuidado. ¿Cómo era posible que yo misma destruyese por otro hombre que apenas conocía lo que tanto había amado siempre?
Fui a buscar a mi esposo, le implore su perdón, le pedí una única oportunidad para enmendar mi error, quería regresar a mi casa y a su lado. Pero no fue fácil, me dijo que ya no me quería, que lo había traicionado, que le había mentido, que había decepcionado a todos. En ese momento sentí que ya no quería vivir, ¡no sabía qué hacer! Empecé a escribirle cartas, a decirle todo lo que sentía, no dejaba de llorar y pedirle a Dios que me dejase regresar a casa, ¡me sentía tan mal!
¿Las “amigas”? Desaparecieron, me quedé sola, sintiéndome una escoria. ¿Quiénes vinieron a mi lado? Solo mi familia, mis hijos, mi madre, mis hermanos fueron mi único consuelo. Gracias a ellos pude llegar nuevamente al corazón de mi esposo. Él ahora me ha dado una oportunidad para salvar nuestro hogar. Esto también lo hizo reflexionar mucho y con humildad reconoció errores suyos. Nadie es perfecto, sin duda también se equivocó.
Mi siguiente paso fue ir a confesarme. Necesitaba sentirme limpia de nuevo, poder ir a Misa, comulgar… ¡y fue perfecto! Escuchar todo lo que el sacerdote me dijo fue como una medicina para el alma. Me recomendó leer un libro llamado: “La última la oportunidad”, de Carlos Cuauhtémoc Sánchez. ¡Fue maravilloso! Era justo lo que necesitaba leer y ahí encontré, además de muchos consejos, una frase que resume lo que quiero hacer de ahora en adelante:
“ignoro lo que será de mí en el futuro, pero definitivamente no voy a darme el lujo de seguir destruyéndome”.
Como les decía, ¡este libro es maravilloso! Aunque la historia no es la misma que yo viví, debería leerlo todo aquél o aquella que esté casado y tenga una familia. Tiene demasiados buenos consejos, y el autor presenta una filosofía de vida matrimonial, familiar y laboral que uno debería seguir.
Por ejemplo, nunca me puse a pensar sobre la “calidad humana” de las personas, ese fue el primer punto de reflexión. Es algo tan simple: ser uno mismo, hacer sentir bien a todos los que estén a nuestro lado, no perder la sencillez, ser una persona con mente positiva para siempre buscar lo bueno en todo y no dejar que nada influya negativamente en nosotros. Ayudar a quien lo necesite nos hace sentir bien, el servicio engrandece al ser humano. Todo esto es lo que yo ahora necesito, así quiero ser, y alguna de estas cualidades las pude reconocer dentro de mí. Darme cuenta de esto me hizo sentir mejor: siempre pude hacer felices a los que estaban cerca. Ahora me esforzaré en lo que me falta para poder reconciliarme conmigo misma.
Después de leer la historia de este libro y ver los problemas que atraviesan los matrimonios, puedo comprender mis propios errores. La rutina y las pocas actitudes de amor en la pareja son sus peores enemigos. Yo permití que eso me alejara de mi esposo y me llevara por un camino equivocado. Debemos entender que lo primero en nuestra vida debe ser nuestro cónyuge. Quien no entiende el mensaje de que el matrimonio se pierde por rutina, por negativismo y falta de tiempo dedicado entre esposos, muy probablemente terminará sufriendo lo que yo sufro ahora. ¡No cometan el error que nosotros y que yo cometí! Este libro explica todo lo que ahora les estoy escribiendo, son las reflexiones a las cuales llegue luego de leerlo.
Ahora sé que con mi esposo en realidad nunca dejamos de amarnos. Mi esposo me dio la oportunidad de enmendar y demostrar mi arrepentimiento y también se dio él mismo la oportunidad de perdonarme. Sin amor nada de esto sería posible. Tal vez si hubiera leído este libro antes o alguien me hubiese dado estos consejos no me hubiera equivocado tanto. Pero lo hecho, hecho está. No puedo cambiar nada de lo que hice, pero sé que puedo hacer feliz a mi familia el tiempo que Dios me permita seguir a su lado.
Hoy no puedo dejar de sentir miedo de perder lo que ahora valoro tanto: el amor de mi esposo y de mi familia. Estamos superando esto poco a poco, no es fácil pero los días malos cada vez son menos. En la medida que yo le demuestro mi amor y mi dedicación estoy recibiendo lo mismo de él. Hemos encontrado tiempo para estar solos, conversamos mucho, compartimos nuestros momentos libres y los resultados son increíbles. Su amor por mí es mucho más grande de lo que imaginé, la pasión ha regresado a nosotros y el amor se ha fortalecido. Pero lo que ahora me cuesta más trabajo es poder perdonarme a mí misma. ¡He causado tanto daño que no me va a alcanzar la vida para compensarlo! Sé que no puedo borrar nada de lo que hice pero si puedo dar lo mejor mí de ahora en adelante, para hacerlos felices. ¡Es lo que más quiero!
Luego de contarles todo esto, les pido que valoren lo que tienen, no dejen que la rutina y las responsabilidades los alejen de sus parejas, no se alejen del verdadero amor de sus familias y sobre todo no se alejen de Dios. Ellos son los únicos que sabrán aconsejarlos bien para caminar por un camino correcto. ¡Y no sean débiles! No den oídos a los falsos amigos que no sabrán aconsejarlos bien, en cambio, sean auténticos. Nuestra felicidad depende solo de nosotros mismos, de hacer las cosas bien.
Luego de escribir mi testimonio pueden imaginar lo difícil que es para mí tratar de perdonarme y de entender cómo pude cambiar tanto, cómo pude no darme cuenta lo perdida que estaba, cómo pude dejar de valorar todo lo que tenía, cómo no fui lo suficientemente fuerte para no rodearme de gente que lejos de querer mi bienestar me hundían más en la miseria sin darme yo cuenta, cada vez más lejos de mi hogar, tan lejos de mi esposo, tan lejos de Dios.
He sido muy afortunada en recibir esta nueva oportunidad de recuperar a mi esposo y regresar a mi hogar. Pero no solo necesito saber que tengo esta nueva oportunidad para recuperar a mi familia, también necesito poder perdonarme, sentir que no soy una mala esposa, una mala madre, o una mala hija…
Pd 1: Hace poco celebramos el día de la madre. Ha sido un día muy feliz para mí y lo pasé muy lindo, especialmente porque estoy muy agradecida de seguir todos juntos, fue lo que más agradecí y celebré en la Misa dominical. Mi esposo me envió flores, mis hijos me trajeron regalos… yo estaba muy emocionada pero no podía evitar pensar… ¿merezco todo esto? Ufff, todavía el sentimiento de culpa está presente… prefería no pensar así y solo disfrutar del amor de todos ellos que es lo que más necesito. Salimos a desayunar con mi madre, mis hermanos y sobrinos… ¡mucha alegría! ¡Fue perfecto!
Pd 2: Les cuento que mi esposo también leyó el libro «La última oportunidad», le encantó y lo hizo reflexionar mucho también. Hemos conversado sobre temas que presenta el libro y lo que pensamos y queremos para nosotros. Leer este libro ha sido uno de los mejores consejos que he recibido, y lo agradezco muchisisisisismo!!! Sin duda cuando hay problemas en un matrimonio es responsabilidad de los dos, y ambos hemos fallado, ambos nos dejamos solos y ahora tenemos que corregir muchas cosas en nuestro matrimonio. Pero, como bien dice el libro: «sin amor nada de esto hubiese sido posible».
Anónima
Artículo relacionado: ¡Daría todo por retroceder el tiempo y no cometer los mismos errores!
Testimonio escrito para La Opción V
* ¡Este Blog es un espacio creado para ti! Tú también puedes enviarnos tus preguntas, testimonio o reflexiones a laopcionv@gmail.com, con nuestro compromiso de guardar tu identidad en la más absoluta reserva. Con tu colaboración y participación podremos ser cada vez más quienes creemos que el amor verdadero sí existe, y que el camino para alcanzarlo es la castidad.
** Todas las publicaciones en este Blog son de propiedad de La Opción V. Pueden ser difundidas libremente, por cualquier medio, consignando siempre la fuente. Está terminantemente prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro.