«Quise llenar mi falta de cariño con el sexo»

Empiezo diciendo que me duele mucho escribir esto, sin embargo, lo hago para poder ayudar a otro/as que puedan sentirse identificadas conmigo.

Hace varios meses terminé una relación porque ya no me sentía enamorada, y pocos meses después empecé una nueva relación con un hombre 7 años mayor que yo. En parte me enamoré de él porque me acercaba a Dios.

A los 15 años yo había hecho una promesa de guardar mi virginidad para el matrimonio, así que al iniciar nuestra relación teníamos muy claro qué clase de amor queríamos construir: un amor puro. Yo quería guardarme solo para un hombre en mi vida, aquél que se comprometiera ante el altar a amarme solo a mí, por el resto de su vida.

Estando con él, una tarde, descubrí un poco más sobre “las drogas”, esas cosas extrañas que vuelven adictas a las personas. Sin embargo, esta droga de la que les hablo no era una sustancia de las que solemos considerar como tal, aunque se volvió tan adictiva como cualquiera de ellas. Esa droga era el sexo. Sí, aquella tarde, en solo un instante, perdí mi virginidad con él, y con ello también tiré por la borda mi propósito de esperar hasta el matrimonio. Desde entonces yo pensaba que ya no había nada más que guardar y el sexo se hizo parte de nuestra relación.

Jamás pensé que yo iba a terminar “consumiendo” esa droga y les puedo asegurar que fue de lo más adictiva y dañina: me destruyó por completo, lo destruyó a él, destruyó nuestra relación y, lo peor de todo, iba destruyendo poco a poco nuestra fe.

¿Qué me llevó a hacer del sexo mi droga? Más que todo la depresión en la que me encontraba por las constantes peleas en mi casa, por los problemas económicos y el gran vacío emocional que experimentaba dentro de mí. Esa falta de cariño que sentía quería resolverla con el sexo. Lamentablemente fui una más de las que se confundió, porque sé que muchas de las adolescentes buscan llenar esa falta de amor de una forma equivocada.

¿Y por qué digo que el sexo se nos volvió en una terrible “adicción”? Porque no podíamos dejar de hacerlo, aun sabiendo de todo el daño que nos causábamos ambos: por eso me alejé de mi familia, me alejé de mis amigos y me alejé de mi fe, me sentía destruida, sola, sucia, que nadie me iba a querer así y que no debía aceptar el perdón de nadie. Y lo peor de todo es que por un momento caí en la desesperación de pensar que desde ese momento esa droga estaría siempre allí en todas mis relaciones futuras, evitando que pudiera amar verdaderamente.

Hubo noches enteras en las que no podía dormir, hasta que un buen amigo me dijo que no me alejara de Dios, que él me daría todas las respuestas y la cura para todo ese dolor que llevaba dentro. Y así fue.

La primera decisión fue terminar con esa relación en la que ya sólo nos usábamos. Fue difícil, pero fue lo mejor para ambos.

Después de confesarme sentí en mi corazón la tranquilidad más grande que puedan imaginar. El Señor ya me había perdonado, ahora solo faltaba que yo misma me perdonara. Él me mostraba que no estaba sola, que Él estaba siempre conmigo y no me rechazaba a pesar de todo. Me ayudó a levantarme y me hizo ver que podía empezar de nuevo para construir ese amor que tanto anhelo vivir con mi futuro esposo.

A quienes puedan estar pasando por lo mismo que yo pasé quiero decirles: no busquemos llenar esa falta de amor de maneras equivocadas. El sexo no es la solución a tu sufrimiento o a tus vacíos emocionales, lo único que lograrás con eso es destruirte cada vez más. Todas tenemos una oportunidad más para amar de verdad, así nos hayamos caído incluso después de haber hecho una promesa de castidad, tenemos a nuestro alcance un nuevo comienzo.

Para terminar, quiero compartirles una frase que a mí me ha ayudado mucho en este proceso de perdonarme a mí misma y retomar mi propósito de vivir la castidad:

Para ser castos, hay que ser fuertes. Pero la fortaleza no es la imposibilidad de caer, sino la firme resolución de levantarse siempre de nuevo y volver a empezar si caemos”.

Anónima, 18 años. Testimonio escrito para La Opción V

Una respuesta:

¡Hola! quería escribirte porque hoy leí tu testimonio y me sentí realmente identificada contigo. Podría decir que me llegué a sentir exactamente de la misma manera que tú describes, el sexo en mi vida se convirtió en una droga para mí. Nunca imaginé que una persona y lo que me hacía sentir podría convertirse en droga, estar con él era lo único que me hacía sentir bien y ya nada más parecía tener importancia. Solo eso. Yo, al igual que tú, soñaba con guardar mi virginidad para el matrimonio, pero finalmente esa promesa quedó en el olvido cuando empecé a llenar con sexo la falta de cariño que yo sentía. Como a ti, esa droga destruyó muchísimo en mi vida, me destruyó a mí como mujer, como ser humano sentía que no tenía valor y no podía vivir sin eso. Me alejé de todo, de mi familia, de mis amigos y de Dios.

Llegué a pensar que no tendría solución, que estaba condenada a vivir así, dependiendo de alguien, de lo que me podía dar, y que debía conformarme con eso, como un drogadicto que necesita de su dosis para poder estar “tranquilo” hasta que la “calma” pasa y nuevamente vas en busca de la dosis necesaria.

Pero Dios no me dejó sola, Él no quería eso para mí, Él me sacó del hoyo profundo donde yo me encontraba y me hizo nueva, me enseñó a sentirme amada de verdad y valiosa. Desde mi propia experiencia te puedo decir que nunca es tarde para volver a empezar, para poder hacer las cosas bien. Poco a poco llegarás a perdonarte a ti misma y créeme, ¡todo el esfuerzo que estás haciendo vale la pena! Es lindo sentirse amada de verdad, es lindo sentirte respetada y, sobre todo, es muy liberador saber que nuestro pasado no nos define, ¡porque con Dios todo se hace nuevo! 

Que Dios te bendiga y muchas gracias por compartir tu testimonio, ¡estoy segura que podrás ayudar a muchas jóvenes a que no pasen por lo mismo por lo que nosotras hemos pasado!

Anónima, 34.

RELACIONADOS:

“Me caí, me hundí y me levanté para empezar de nuevo”

¿Y si ya no soy virgen? ¿Puedo recuperar lo que he perdido?

* ¡Este Blog es un espacio creado para ti! Tú también puedes enviarnos tus preguntas, testimonio o reflexiones a laopcionv@gmail.com, con nuestro compromiso de guardar tu identidad en la más absoluta reserva. Con tu colaboración y participación podremos ser cada vez más quienes creemos que el amor verdadero sí existe, y que el camino para alcanzarlo es la castidad!

** Todas las publicaciones en este Blog son de propiedad de La Opción V, a menos que procedan de otra fuente. Pueden ser difundidas libremente, por cualquier medio, consignando siempre la fuente. Está terminantemente prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro.

Acompáñame a dar un tour por la nueva página web de

La Opción V