Una verdadera historia de amor

 

El amor sacrificado está retrasando lo que deseamos o queremos por el bien del otro, por su bienestar y nuestro crecimiento en santidad juntos.

Las relaciones románticas son muy comunes en los chicos de 14 años. Las chicas sueñan con su Príncipe Azul y los chicos están probablemente hallando muy atractivas a las chicas y tratando de entender todos los cambios en sus cuerpos.

Nuestra cultura estadounidense no enseña a tener todo lo que queramos. Sin embargo, Dios nos llama a esperar y retrasar los deseos de nuestros corazones por amor a Él y a los demás.

Aquí va un testimonio real. Jimena es una mujer de 28 años que se casó recientemente con su Príncipe Azul llamado Philip. Cuando Jimena crecía en los Estados Unidos, soñaba con encontrar a su único y verdadero amor. A la edad de 18 años, conoció a un chico guapo que le prometió verdadero amor y aventura. Jimena estaba curiosa y decidió entregarse a él. Después de todo, todo el mundo lo estaba haciendo. Luego de tres meses, vio muchos defectos y malas señales en él y decidió terminar la relación. Ella estaba con el corazón roto, vacía y deprimida. Sentía como si hubiese dado un tesoro a un pirata que lo ignoró como algo insignificante.

Ella decidió buscar el perdón y el amor de Dios. Oró y buscó a sus amigos cristianos para que la ayuden a sanar. Por primera vez, se sintió valorada, querida y perdonada. Dios borró sus pecados y le dio la oportunidad de empezar de nuevo. Jimena se comprometió a permanecer fiel a Dios y a mantener la castidad hasta el matrimonio.

Ocho años después conoció a Philip, un hombre virtuoso y de Dios. Se enamoraron y salieron por dos años. Dado que el pecado y la tentación siempre están presentes, Jimena sintió el deseo de entregarse a Philip muchas veces, pero Philip le recordó sobre su promesa con Dios. Aunque estuvieron comprometidos por 9 meses y casados por civil por dos meses, se prometieron sacrificar sus deseos para honrar a Dios en su relación. Fue difícil no tener intimidad con la persona a la que amaban, pero el amor y la misericordia de Dios fue más infinita.

El 15 de abril de 2016, Jimena y Philip se casaron ante Dios y la Iglesia Católica y recibieron la gracia de consumar su matrimonio. Fue la experiencia más hermosa jamás vivida, saber que Dios era el centro de su relación. El sexo y el acto de hacer el amor es increíblemente hermoso, seguro y fructífero. Debería ser guardado para un esposo y una esposa que prometen amarse y respetarse por el resto de sus vidas ante Dios y sus familias. Ambos deberían entender su responsabilidad en traer nuevas vidas.

El amor sacrificado va más allá del matrimonio. Puede extenderse a las amistades, familiares, e incluso en nuestra relación con Dios. El sacrificio retrasa nuestros propios deseos y nos mantiene enfocados en el que realmente amamos. Podemos sacrificar cosas todos los días por intenciones especiales: no comer chocolate o postre, dejar nuestro celular por un par de horas. Estos sacrificios van a incrementar nuestro amor y lealtad con nuestro amado.

Que Dios nos siga dando la gracia de sacrificarnos por Él, como Él se sacrificó por nosotros en la Cruz –la más bella historia de amor jamás contada.

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