¡Nunca desesperes, aunque parezca que ya no hay esperanza para ti!
Me llamó mucho la atención el mensaje que transmiten sobre el poder de la castidad en el amor, y cómo este nos hace libres. Ojalá yo hubiera descubierto esa gracia hace muchos años, pero para mi desgracia, no fue así. No puedo decir que vivo esa castidad, ni que creo en el amor verdadero. ¡En ocasiones esos mensajes me causan un gran dolor en el corazón porque sé reconocer que verdaderamente tienen toda la razón! Sé que muchos de los sufrimientos que vivimos los jóvenes de hoy en día se deben a que por “a” o por “b” motivos, en algún momento de la vida, decidimos cambiar esa castidad por algo que para nada valía la pena. Yo sé que no soy nadie para pedir esto, pero quisiera pedirles que recen también por nosotros los jóvenes que ya no vivimos esa castidad, que sufrimos día a día entre la desilusión de haber creído en un amor que resultó siendo falso, que cambiamos el amor de Cristo por las cosas del mundo y que hoy vivimos esas luchas internas entre volver a creer en el amor de Dios, que no creemos merecer.
Esta ha sido mi vida hasta ahora, a pesar de vivir en una familia muy cristiana. Esto no nos hace inmunes a los jóvenes de caer en estas seducciones del mundo, y no sé si quizá por esto sufra más, porque no vivo la vida que mi familia católica espera de mí sino que he venido llevando una vida llena de pecados y miserias. Les pido perdón por el tiempo que gasten leyendo todo esto. Solo les pido que en sus oraciones incluyan a los miles de jóvenes que sufren en el mundo por haberse entregado sin esperar y que han perdido el aprecio de la castidad, ¡ellos se lo agradecerán!
M.
RESPUESTA: ¡Hola querida amiga! Leí tu carta a través de la página de La Opción V. ¡Leerte fue como recordar mi vida un año atrás! Triste… vacía… llena de temores e inseguridades… llena de vergüenza de buscar a Dios pensando que al entrar a una iglesia u orar Él me rechazaría porque yo le había fallado. Me sentía avergonzada de mí misma y de mis actos, pero esclavizada a una relación indebida que no me dejaba ver más allá del apego que sentía por una persona que no me tenía como primera opción en su vida.
Hoy, luego de un año, puedo decir que he crecido gracias al cariño y orientación que recibí de personas prudentes, que supieron estar allí cuando más lo necesitaba. Eso me fortaleció y ahora me doy cuenta que mi historia puede ayudar a personas que como tú han perdido la esperanza en el amor verdadero. ¿Existe ese amor? Y si existe, ¿lo merecemos? ¡Claro que sí! Y te lo puedo decir porque yo lo encontré después de equivocarme, después de caer en la miseria espiritual más profunda, después de perder mi dignidad por dejar que me usen, después de no creer ni confiar más en que ese amor existiese o que yo fuese digna de él. Sí, toqué fondo, y cuando ya no podía más, luego de 7 meses de llorar y sufrir lo indecible, Dios puso en mi camino a un sacerdote que supo escucharle, acogerme, y perdonarme en nombre de Dios. No recibí ni una sola palabra de reproche, ni de condena, sino sólo palabras de misericordia, de ternura, de perdón. Allí empezó mi liberación, allí empezó la lucha dura. Me costó mucho, pero tras un proceso arduo de recuperación lo encontré… encontré el amor verdadero. Si tú te mantienes firme, si eres paciente y luchas, verás como Dios pone en tu camino a la persona indicada cuando tu corazón y tu alma estén sanadas.
Hoy te puedo decir que existen hombres buenos dispuestos a cambiar su vida y amar a una mujer sin ver su pasado y sin irrespetar sus valores.
Yo, que ya no soy una adolescente –tengo 28 años– pensé que me quedaría sola para siempre. Pero no fue así. Hoy tengo un novio maravilloso, que me respeta, que se preocupa por mí, que vela por mí, un hombre que verdaderamente me demuestra que me ama. ¡Confía! Yo te puedo decir por experiencia propia que cuando una se arrepiente de corazón y abandona su vida pasada, que cuando una se pone en manos de Dios a pesar de todas sus inseguridades y temores, ¡verdaderamente puede volver a nacer y ser feliz!
Sí, se puede volver a nacer, se puede recuperar la pureza perdida, porque la pureza no es algo sólo solo físico, no es sólo un himen intacto. ¡Dios te devuelve la pureza si tú le pides perdón y si tú decides dejar tu pasado atrás y darte una nueva oportunidad!
Si así lo deseas, puedo darte mi testimonio de cómo yo vivía perdidamente 2 años atrás y de cómo ahora todo ha cambiado. Si necesitas un apoyo, alguien con quien conversar, alguien con quien luchar de la mano, ¡cuenta conmigo de corazón!
¡¡Dios te bendiga siempre!!
¡Un abrazo!
B.
Simplemente no sé qué decir… ¡Jamás pensé siquiera en una reacción así! Cuando escribí, lo hice no sé ni por qué, y estoy realmente conmovida de ver cuánta gente me ha respondido y ahora podría estar orando por tantos jóvenes en el mundo que están así como yo ahora.
Les confieso que siento un gran dolor en mi corazón al leer cada uno de los comentarios. Las lágrimas quieren salir, pero toda mi vida he luchado tanto por “ser fuerte” que no salen y están ahí atoradas, convirtiéndose en lágrimas de sangre que brotan en fondo de mi corazón. Simplemente no sé cómo dejar que las lágrimas salgan. NUNCA lloro en compañía de nadie y aun en la soledad de mi habitación, en la oscuridad de la noche, simplemente no puedo.
Soy el tipo de persona que siempre tiene una sonrisa para los demás, así por dentro esté como estoy ahora: muriendo…
Mis pecados son tan fuertes que ni siquiera me atrevo a ver a un sacerdote a los ojos y confesarlos desde hace mucho, ¡mucho tiempo! Y si voy a Misa, es sólo por evitar discusiones en mi familia. Y si rezo, pues en medio de la oración termino sintiendo la culpa de mi vida y ahí acaba la oración. Y aun así, mi vida es “perfectamente perfecta” para mis amigos y familiares para quienes siempre estoy ahí con una sonrisa para ayudarles en lo que sea.
Hoy he leído el testimonio adjunto http://laopcionv.wordpress.com/2012/10/31/estaba-muerta-y-he-vuelto-a-la-vida/ ¡y me he sentido tan identificada! ¡Cuánto quisiera tener el coraje de decir: ¡¡SEÑOR, RESCÁTAME!!!
Quiero pedirles de favor especial le agradezcan a esta persona que me ha escrito a través suyo. Ella ha mencionado si necesito alguien con quien luchar de la mano y la verdad, a pesar de luchar internamente por decir que no, tengo que reconocer que SÍ y ¡¡¡COMO NUNCA ANTES LO NECESITO!!! Yo no soy del tipo de persona que habla de sus sentimientos, ni de su vida, siempre he sido algo así como uno de los pilares de mi familia y parte importante en la vida de mis amig@s, siempre sonriente, siempre alegre, siempre dispuesta a ayudar al que sea que lo necesite, muy buena para escuchar, sin que nadie sepa la procesión que llevo por dentro. ¡Soy increíblemente mala para hablar de mí!
No sé por qué Dios me ha llevado a encontrarle en este medio tan grande y a escribirle, NUNCA pensé siquiera en una respuesta, pensé: “esta gente ha de tener una vida súper ocupadísima, leerán el mensaje, harán una súplica quizá y listo, lo olvidarán”. Al ver todas sus respuestas simplemente no me he podido sacar de la mente cada palabra, cada comentario, cada testimonio que he leído, revolotean y revolotean en mi corazón ¡¡¡Y YA NO PUEDO MÁS!!!
Dios, no sé cómo levantarme de mi cama y enfrentarme a la vida como siempre lo he hecho, con una sonrisa, aunque sea falsa. Siento que mi mundo se derrumba, que mi vida ha perdido por completo el sentido, quiero llorar y llorar y lo único que he logrado en una noche de tormentas y tinieblas es una simple lágrima.
Perdón por escribirle todo esto, pero llevo tanto tiempo callando, librando estas luchas internas en silencio, ¡que siento que caigo en lo más profundo de mis abismos! No sé si esta persona que ha escrito pueda ayudarme o quien, pero sé que YA NO PUEDO MÁS con esta soledad, con este sufrimiento que me mata, que si no hago algo voy a terminar igual que uno de mis hermanos: colgando de un mecate sobre una cercha. Y sé que hasta el momento Dios me ha concedido la gracia de no tener el coraje o la cobardía suficiente de hacer eso, de acabar con mi vida de una vez por todas, aunque en ocasiones me siento cada vez más cerca de llegar a ese punto.
No sé si este grito de clamor es a ustedes o a Dios, pero hoy he amanecido luego de una noche de librar batallas muy fuertes dentro de mí y lo único de lo que soy capaz ahora es de suplicar y decir: ¡¡¡SEÑOR, SÁLVAME!!!
En buenas manos
Hoy he estado conversando con M. y le pido mucho a Dios que mi testimonio la ayude a superar esta etapa. ¡Ayúdenme con sus oraciones para saber cómo brindarle consuelo y contagiarle mis ánimos de cambiar la forma de ver las cosas!
B.
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