«Todo empezó cuando me preguntó si me podía contar un secreto»
¡Hola! Tengo 13 años y quiero contarles mi historia. Hace unos meses una gran amiga empezó un noviazgo con un compañero de clase. Yo la verdad nunca estuve de acuerdo, ya que mi compañero –que podemos llamar mi amigo– no es mucho de confiar. Mi amiga comenzó a salir con él, al principio todo parecía normal, él se veía como un buen novio aunque aún así no me convencía.
Mi amigo siempre fue muy adelantado en su relación con mi amiga, siempre quería darle “besos apasionados”, aunque solo tuvieran 12 años, y además siempre le pedía a mi amiga que le mandara fotos… ella siempre cumplía con “la foto del día”, aunque estuviera en bikini. Hasta donde sé, ella nunca le estuvo mandando fotos de sus partes íntimas ni nada, pero sí fotos en las que podemos decir que ella estaba “semidesnuda”.
Yo siempre estuve un poco involucrada en su relación para que mi amiga nunca saliera lastimada, aunque yo hiciera lo que pudiese. Bueno, después de unos meses de que ella saliera con él su novio me empezó a caer mejor, sentía que ya lo conocía bien y que era un buen chico y estaba equivocada de lo que pensaba. Pero todo lo bueno que pensé de él fue destruido… una tarde cualquiera yo estaba con mi celular hablando por mensajes con mis amigos. De pronto veo que me llega un mensaje del novio de mi amiga. Él y yo nos habíamos vuelto más cercanos. Comenzamos a hablar normalmente de nuestro día, después de varias horas de hablar me pegunto si él me podía contar un secreto. Yo con toda la confianza respondí que ¡sí! Él comenzó a contarme que su relación con mi amiga no iba muy bien, ya que él no recibía las fotos que esperaba, y él pensaba que ella no tenía los mismos pensamientos que él. Yo la verdad no me quise meter en el problema, solo le dije que recordase que él solo tenía 12 años y que las relaciones a esta edad no eran muy buenas, y que si él tenía “deseos sexuales”, se lo comentara a ella y no a mí, y que se lo dijera de una forma clara y no la manipulara como siempre lo hacía.
Ya en la noche yo seguí conversando con él. Llevábamos hablando más de 4 horas y él me dijo que si yo le quería contar un secreto, y así los dos íbamos a confiar en cada uno. Yo acepté y le conté mi secreto. Comenzamos sin ninguna razón a revelar nuestros secretos. Él me contó que se había excitado con fotos de mi amiga y había visto pornografía. Yo me quedé muy impactada, pero seguimos con nuestro “juego” de contarnos secretos.
Después de un rato me preguntó si yo le podría mandar unas fotos de mis partes para verlas, yo inmediatamente le respondí que no y comencé a llorar. Él seguía insistiendo y yo seguía diciendo que no y que nada que de lo que dijera o hiciera iba a cambiar mi opinión. Él rápidamente me preguntó si yo cambiaría de opinión si él me mandaba una foto de su pene. Otra vez le respondí que no, pero aun así, él la envió. Yo no quería ver la foto, ya que me parecía que yo no tengo la edad para ver fotos así. Él me decía que la abriera y a la viera, pero yo no lo quería hacer. También me dijo que como ya él había enviado una imagen suya, que así también lo hiciera yo. Mi respuesta seguía siendo que no y le dije que si tanta era su necesidad de ver una foto de las partes de las mujeres, pues que lo viera en internet y no viniese a pedirme fotos a mí, porque yo no le iba a enviar nada. Él me respondió que las de internet no las iba a ver porque eran falsas, y que si yo le mandaba una foto él sabría que esa si era de verdad. Por mi enojo y mis nervios terminé mandándole una foto que tomé de internet y le dije que ahí había una foto, que ya me dejara en paz. Me peguntó que si así era la mía y yo terminé diciéndole “buenas noches”.
Pero el problema no había acabado, tenía que hallar la forma de borrar esa foto y la única forma era abriéndola. Entre lágrimas y nervios la abrí solo para borrarla. Le conté a mi amiga el día siguiente ¡y ella no hizo nada! Hoy en día ella sigue siendo su novia. Yo tengo el temor de que ella salga lastimada, pero entre más se lo digo, menos caso me hace.
Yo la verdad no quería terminar la amistad que tenía con mi amigo, pero por desgracia me di cuenta que él estaba enfermo, que él me utilizaba a mí y a su novia como “objetos fáciles”, para pedirnos una foto de nuestras partes. Yo todas las noches dormía con temor de que me pudiera mandar otra foto así.
En eso estaba cuando llegó a mi colegio el Padre Jurgen para darnos una charla, pude contarle mi historia con confianza porque necesitaba saber qué hacer. Gracias a todo lo que me enseñó ahora siento que soy una persona diferente. Él me enseñó cómo manejar este temor y puedo hablar con claridad con mi amiga y para darle los consejos adecuados. ¡Todo lo que me dijo me cambió la vida!
Termino esto diciéndoles esta frase que él utilizo para hacerme entrar en razón y poder bloquear a mi “amigo” de todo lo que tenía:
“Los amigos son como un elevador: te pueden subir o bajar, pero nunca ambas, y tú tienes que decidir qué amigos quieres tener para el bien tuyo”.
N., 13 años.
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Testimonio escrito para La Opción V
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