Soy católico y soy homosexual. Durante mucho tiempo me pareció imposible juntar ambas palabras en una misma oración, pues no creía que una persona con AMS [Atracción al Mismo Sexo] pudiese ser cristiana al mismo tiempo.
Desde que era niño mis padres y mis abuelos han hablado con desprecio y odio de las personas homosexuales. Los consideran pervertidos, malvados, indignos, depravados y degenerados. Alguna vez mi madre, la mujer que más amo, aquella que me trajo al mundo y que siempre se sacrifica por mí, me dijo sin temor alguno: “El mayor dolor que un padre puede experimentar es tener un hijo homosexual. Si alguna vez me pasara eso, me preguntaría en qué fallé como madre.”
¿Acaso soy yo el mal en persona? ¿Mis padres cometieron un error conmigo? ¿En qué momento me convertí en aquello que mi familia desprecia? ¿Qué pasaría si alguna vez me sincero al respecto? Hasta la fecha, algunas de estas interrogantes todavía me atormentan. Las palabras del Papa Francisco en torno a este tema me inspiran a seguir adelante: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?” Sin embargo, no es fácil reconocer abiertamente mi atracción sexual. Nunca he comentado el tema con nadie, puesto que tengo miedo de ser rechazado.
De la misma forma, pienso que el católico homosexual que acepta esta realidad se enfrenta a varios obstáculos. Considero que mis opciones son mucho más limitadas. No tengo vocación para la vida consagrada, pero tampoco contraería matrimonio solo para aparentar algo que no soy. No solo le estaría mintiendo a la que sería mi esposa y a mis hijos, también estaría asumiendo que el sacramento del matrimonio carece de importancia. Desde niño siempre soñé con algún día formar una familia, tener una esposa de la que me enamoraría todos los días, e hijos a los que amaría y educaría en valores. Pero me doy cuenta que es solo un sueño. ¿Puedo darle una vuelta de ciento ochenta grados a mi orientación sexual y esperar que todo fluya de manera espontánea? No es algo que yo pueda decidir, y no sé si es algo que pueda cambiar.
Quiero dejar en claro que aunque tenga esta atracción hacia el mismo sexo no creo en el matrimonio homosexual ni en la familia conformada por parejas homosexuales. Estoy convencido de que el matrimonio es entre hombre y mujer, y soy un fuerte defensor de la familia. Tampoco creo en la idea de “salir del clóset” ni nada asociado al libertinaje sexual. Pienso incluso que el término “gay” es peyorativo y generalizador. Como le escuché decir alguna ver al P. Jürgen Daum cuando dio una charla sobre castidad en mi ciudad: “No te pongas etiquetas. La palabra gay no te define”.
No sé qué me depare el futuro. No sé cómo será mi vida dentro de diez, veinte, o treinta años. Lo único de lo que tengo certeza en este momento es del presente, en el que le agradezco a Dios por permitirme vivir un día más. ¿Cuál es el camino que Dios tiene para mí? No lo sé. Lo que sí sé es que Él me amó desde antes que naciera, dio su vida por mí, y siempre está acompañándome. Descubro en Él la paz, el amor y la felicidad. Por ello, grito con mucho fervor:
“¡Sí a la oración! ¡Sí a la Eucaristía! ¡Sí la Confesión! ¡Sí al amor al prójimo! ¡Sí a la vida! ¡Y un sí fuertísimo a la castidad!”
No soy un error ni soy el mal. Soy un Hijo de Dios, y ese es mi mayor orgullo. Mi atracción al mismo sexo es únicamente una circunstancia con la que tengo que aprender a vivir. Espero algún día reunir las fuerzas necesarias para poder hablar con mis padres, y siempre rezo para que su reacción esté llena de la comprensión y del amor con el que siempre me han escuchado. Espero que este testimonio ayude a otros jóvenes que pueden estar pasando por una situación similar.
Tus circunstancias no definen si puedes amar a o no a Dios; y tu orientación sexual no debería ser un motivo que nuble tu camino hacia la santidad, porque tú también estás llamado a vivir la castidad.
J., 19 años, Ecuador.
Testimonio escrito para La Opción V
NOTA: Para quienes están en esta lucha y buscan ayuda, les recomendamos visitar Courage Latino, una asociación creada para ayudar a personas que experimentan AMS (Atracción a personas del mismo sexo) y buscan vivir la castidad. También en: Es Posible la Esperanza encuentras un foro con un itinerario para poder superar y curar las heridas de la AMS y madurar en el amor verdadero.
RECOMENDADOS:
THE THIRD WAY – Homosexuality and the Catholic Church
LOV también es para aquellos que se sienten atraídos por personas del mismo sexo – Un testimonio
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