Desde lo que yo he vivido, quisiera darles un consejo a los jóvenes varones: dependiendo de cómo sea nuestro comportamiento en la adolescencia y juventud, así va a ser nuestra forma de pensar (y actuar) cuando seamos adultos.
En mi caso, durante el colegio y universidad, siempre vi a las mujeres como un trofeo por conquistar, dando siempre lo mejor de mí para que se rindieran ante mis encantos, y, cuando lo lograba, aquella pobre mujer dejaba de ser importante para mí y la desechaba.
No fue hasta que me casé y nacieron mis dos hijas que empecé a ver a la mujer como ser humano y no como un objeto. Sin embargo, aún en momentos de la vida y por mi autoeducación durante el crecimiento (muy equivocado por cierto), cuando veo pasar a una mujer mis ojos se convierten en los de un león viendo a su presa, sin valorar la magnífica creación de Dios pasando ante mí.
Gracias a Dios quien me dio a mi esposa e hijas para enseñarme a cambiar, pero no es fácil, después de vivir tantos años mirando a las mujeres de esa manera. Por eso les aconsejo, jóvenes varones: no esperen a casarse y tener hijas para aprender a respetar a las mujeres. Respétenlas desde hoy, siendo para ellas el tipo de hombres que en el futuro querrán para sus propias hijas.
B.M.
Escrito para La Opción V
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