Cuando hice mi promesa de castidad, supe que no iba a ser nada fácil, pues todo lo que vale la pena, lleva consigo sacrificios y mucho esfuerzo. Sabía, además, que Dios estaba a mi lado y que con la ayuda de su gracia nada es imposible. Lo único que necesitaba era aceptar que ese era el camino correcto para mí y que tenía que ser valiente para lograrlo.
Conforme los días iban pasando, las tentaciones se me presentaban, pero había una fuerza muy grande dentro de mí que, de alguna manera, me ayudaba a ir contra ellas y seguir mi camino. Yo sabía del compromiso que había hecho conmigo misma. Siempre lo tenía muy presente, desde la forma de vestirme hasta la forma de hablar y de actuar.
Un día, una amiga cumplía años y, como habían sido pocas las veces que había podido celebrarlo con ella, decidí ir a la fiesta que había organizado. En la fiesta todo iba bien, me estaba divirtiendo mucho con mis amigos y amigas. Cuando se acercaba la media noche, reconocí a un chico que había visto antes y me parecía atractivo. Como teníamos amigos en común, empezamos a conversar y a bailar.
Después de un rato noté que sus intenciones iban más allá de tener una conversación amistosa, ya que intentó besarme; pero yo no se lo permití. Sin embargo, a pesar de saber que no era lo mejor quedarme con él, seguí conversando con él. Me expuse totalmente a ser tentada.
Como me parecía buena persona pensé en un momento que “no había mucho que perder”. Como era de esperarse, la tentación me ganó y nos besamos. En ese momento, se formó en mi mente un conflicto bastante grande. Por un lado, tenía un enorme sentimiento de culpa dentro de mí porque sabía que no estaba haciendo lo correcto; pero, por otro, la tentación me decía que aprovechara el momento.
Todo el tiempo que pasé fortaleciendo mis debilidades y purificando mi mente, corazón y cuerpo se fue al tacho de la manera más simple. El hecho de no saber decir NO hizo que terminara besándome con un chico que apenas conocía. Eso me hizo preguntarme si seria capaz de decirle NO a tentaciones más fuertes, si no lo había podido hacer con una “pequeña”.
Después de esa noche, nunca más volvimos a hablar.
Al día siguiente, la conciencia me mataba y pensaba cómo lo malo de pronto parece «ser bueno» ante nuestros ojos; pero luego de caer, cuando los abrimos bien, nos damos cuenta de que sólo había sido una ilusión que nos robó algo. Supe que me había equivocado, que no era lo que quería para mí, que eso jamás me iba a hacer feliz; pero lo tenía que aceptar, me había equivocado y ya no podía hacer nada al respecto. Solo me atormentaba pensando en lo débil que había sido al ceder a su propuesta.
Las personas que se sienten vacías buscan sentirse amadas por otras, pero no saben dónde encontrar ese amor que tanto anhelan. Buscan a alguien para pasar un “buen rato”, sacrificando su integridad, aun sabiendo que tal vez no va a pasar de esa noche. Simplemente, se dejan llevar por la pasión. Sin embargo, al día siguiente, una no se siente feliz, pues termina siendo algo muy superficial.
Con todo eso en mi mente, la culpa me seguía molestando, quitándome toda la paz y esperanza que podía existir en mi corazón. Pero en un momento me di cuenta de que aún no era tarde. Al aceptar mi error y arrepentirme de mi acto, supe que lo primero que tenía que hacer era ir a confesarme. Sabía que en cada batalla podía caer o quedar herida en algún momento; pero nada podía impedir que me levante para seguir luchando. Al recibir el perdón de Dios, me llené de fortaleza y me sentí capaz de amar de verdad.
A pesar de que fue duro confesar mi caída, aprendí mucho y pude fortalecer cada una de las razones por las que había optado por vivir la castidad. Comprendí lo difícil que es seguir este camino, pero también que la grandeza y el amor de Dios es mucho más grande que todos nuestros errores. Para Él no cuenta cuántas veces nos caemos, sino cuántas veces nos levantamos.
Al pasar por esta experiencia pensé en todas las personas que desvalorizan el beso, dándole poca importancia. Piensan: “¡si solo es un beso!”. ¿SOLO un beso? El beso es una expresión de amor demasiado grande, propio e íntimo que no se lo podemos dar a cualquier persona, o hacer de él un juego y diversión.
Como yo pienso que todos vivimos en una batalla constante contra las tentaciones que se nos presentan diariamente, no solo porque vivimos en medio de una sociedad que nos bombardea diariamente con mensajes hedonistas, sensuales e incluso eróticos, sino porque en nosotros experimentamos encenderse la fuerza de los deseos y de las pasiones que nos empujan en ciertos momentos a querer experimentar el placer sensual ante todo; pero creo que también somos capaces de amar y ser amados de verdad, de salir adelante bajo cualquier circunstancia. Lo importante es aceptar nuestros errores con humildad, levantarnos rápido, buscar el perdón de Dios que nos espera con su misericordia y volver a la batalla con renovado empuje, con la fuerza que Dios nos da.
Espero que mi experiencia te ayude, también, a no cometer el mismo error que yo. Es importante que definas bien qué es lo que quieres para tu vida, que te pongas metas muy claras y medios muy concretos, y que luches día a día con perseverancia para alcanzar esas metas. Si te equivocas, si te caes en el camino, no te dejes vencer por el desánimo. Somos humanos y cometemos errores. ¡No te desalientes jamás y aférrate siempre a la esperanza. La Castidad no es una batalla de velocidad, sino de perseverancia. Todos caemos, pero solo los valientes se levantan. Esa decisión solo la puedes tomar tú. ¿Quieres ser de los valientes?
Anónimo, 18 años.
Testimonio escrito para La Opción V
* ¡Este Blog es un espacio creado para ti! Tú también puedes enviarnos tus preguntas, testimonio o reflexiones a laopcionv@gmail.com, con nuestro compromiso de guardar tu identidad en la más absoluta reserva. Con tu colaboración y participación podremos ser cada vez más quienes creemos que el amor verdadero sí existe, y que el camino para alcanzarlo es la castidad!
** Todas las publicaciones en este Blog son de propiedad de La Opción V. Pueden ser difundidas libremente, por cualquier medio, consignando siempre la fuente. Está terminantemente prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro.