La pornografía destruye la capacidad de amar verdaderamente
¡Hola! Aquí les comparto mi testimonio porque quisiera que mi experiencia sirva para ayudar a otros jóvenes a no cometer los mismos errores que yo y muchos cometemos cuando salimos de la niñez y vamos entrando en el “mundo de los adultos”…
Toda mi vida desde que fui un niño estuve rodeado de amigos que generalmente eran mayores que yo. Siempre el tema de conocer chicas y estar con ellas era lo principal. En el fondo yo no quería realmente aún pensar en eso, pero poco a poco me fui dejando llevar.
Recuerdo cuando vi mi primera película pornográfica. Como niño que era, no sabía en lo que me estaba metiendo, el daño que me estaba haciendo. Fui creciendo y ver esa clase de películas se convirtió en algo normal para mí. Incluso algunos de mis familiares me las facilitaban. Recuerdo que una ocasión uno de los familiares a quienes yo recurría para buscar esas películas se burló de mí diciéndome que parecía «un drogadicto en busca de su droga».
Así pasaron los años hasta que me fui a Estados Unidos. Ahí conocí a la mujer que me atrevo a decir que es el amor de mi vida. Siempre recuerdo cuando la vi por primera vez, me dije: «¡¡que preciosa!!» Creí que nunca la iba a conocer personalmente, pero las cosas se dieron de tal forma que hasta llegamos a ser roommates. Nos conocimos tanto tanto que cada momento con ella era único, increíble. Yo estaba profundamente enamorado y de verdad puedo decirles que vivimos algo muy especial. Lamentablemente cometimos el gran error de adelantar las cosas. En un momento llevamos nuestra relación a «otro nivel» y tuvimos relaciones sexuales. Era su primera vez.
Al principio todo parecía normal. Parecía que todo iba a seguir siendo una linda historia, pero no fue así. Sin darme cuenta había caído en una fantasía en la que yo, combinando toda la pornografía que había visto y el hecho de haberme robado su virginidad, me creía tan “importante” que sentí que eso ya no era suficiente para mí, así que le fui infiel. Sí, haberle robado la virginidad a la persona que decía amar ya no me bastaba, así que me acosté con otra mujer.
Ella se enteró y tuvimos una gran pelea, y aunque me perdonó, las cosas desde entonces no volvieron a ser iguales. Lo más irónico es que yo sentía desconfianza hacia ella, mi mente podrida me hacía pensar que ella podría hacerme lo mismo que yo le hice con cada persona que conocía.
Eventualmente mi novia y yo seguíamos acostándonos, pero en ella notaba cierto dolor, un dolor con ella misma, un dolor que yo creía saber qué era, pero del que en realidad no tenía ni la más mínima idea. Cabe decir que antes que ella perdiera su virginidad iba a Misa y era más cercana a Dios, algo que yo nunca había sido. Luego de eso, sencillamente no volvió a ir a Misa.
Poco a poco mis celos enfermizos y mis malos pensamientos llevaron a que la relación se deteriore, hasta que ella terminó nuestra relación porque ya no podía más conmigo. En ese momento había perdido algo que pensé que era mío, ella era “mi posesión”, porque fui el primero en llegar. ¡Cuán equivocado estaba! Lo cierto es que por mi egoísmo y por pensar primero en mi propia satisfacción antes que en ella, había perdido a la persona que me había amado de verdad.
Después, al saber que ella estaba saliendo con alguien, me sentí muy vacío y me puse obsesivo. La extrañaba y mi mente retorcida pensaba que ya estaba acostándose con otros. Es algo que me producía lástima y vergüenza de mí mismo, porque en el fondo yo sabía y sé quién es ella.
Por mi parte, para tratar de «llenar» ese vacío que había en mí, conocí a más chicas que me fueron presentando mis amigos. Una de ellas tenía fama de ser una «chica fácil», así que también yo me acosté con ella. Cada vez que lo hacíamos me sentía tan bajo que se me salían las lágrimas, porque aunque mi cuerpo estaba satisfecho, mi corazón estaba tremendamente vacío.
Pasaba el tiempo y yo no dejaba de pensar en mi ex-novia. Así como la primera vez, sin planearlo, ella se cruzó nuevamente en mi camino, pero mi mente no estaba curada y yo no estaba en paz espiritualmente, así que al no ver cambios en mí ella nuevamente se apartó. Era tanto mi daño que comencé a revisar sus cosas personales como su Facebook y su mail. Así me enteré que había conocido a otra persona, que se había ilusionado y todo, pero en mi mente seguía recordando y pensando sólo en la parte sexual y pensaba que ella lo iba hacer con esa otra persona. Realmente mi mente estaba tan deformada debido a la pornografía, que había dejado a un lado el amor.
Luego conocí a otra chica que tenía un hijo. Lo hicimos, volví a querer llenar ese vacío usándola a ella y me sentía aun peor. Yo seguía pensando en mi ex-novia, y cada vez que me enteraba que estaba bien con otra persona, yo le hacía daño a una pobre chica que se enamoraba de mí. ¡Yo solo las tomaba como un desquite sexual! Por mi egoísmo estaba degradando a una mujer, me sentía bajo, no sabía qué más pensar de mí.
Yo rezaba y pedía perdón, pero no era suficiente, o tal vez no lo hacía como debía. Aún así Dios escuchó mis suplicas y volvió a poner a mi ex-novia en mi camino. Ella me dijo que nunca me había dejado de querer y que no dejaba de pensar en mí. Cuando me dijo eso me hizo feliz, pero me decía a mí mismo: “¡Dios mío! ¿Qué he hecho? ¡Ella me ama de verdad y yo le he fallado acostándome con otras mujeres! ¿Seré digno de merecer a una mujer con un corazón así, que ha sido mi gran motivación para ser mejor?” Y es que antes de conocerla yo no tenía ganas de trabajar, malgastaba el dinero de mis padres diciendo que estudiaba en la universidad y realmente no asistía a clases, caminaba sin rumbo por la vida, ¡y cuando ella llegó todo cambió! Ella, a pesar de todo lo que yo le había hecho sufrir, me seguía amando… ¿y yo qué hacía? ¡Solo pensaba en satisfacerme con ella o con cualquiera! ¡Qué mal estaba!
Esta vez ella había vuelto cambiada, estaba yendo nuevamente por el camino correcto, iba a Misa, estaba volviendo a donde originalmente estaba y de donde yo la había alejado, ella estaba nuevamente en el buen camino… Pero yo aún no pensaba bien, e inconscientemente le daba caricias que llevaron a que ella nuevamente cediera. ¡Nuevamente la hice entregarse a mí por mi egoísmo! En esa ocasión ella pensó que había quedado embarazada. Lloró como nunca la había visto llorar, yo estaba helado, no sabía qué decir. Entonces me dijo que había hecho una promesa de vivir la castidad y en ese momento me sentí terriblemente culpable porque entendí que era yo quien con mi obsesión sexual estaba dañando a alguien que me quería de verdad.
Poco después ella se enteró de una charla sobre pureza y sexualidad. Ella asistió, se confesó con el sacerdote que dio la charla y me contó de la paz y alegría que sentía de haber sido perdonada, de haber recibido una nueva oportunidad, una segunda virginidad que yo sé que la guardará hasta el día de su matrimonio.
Luego me comentó que habría una charla para hombres, pero yo me decía a mí mismo que yo ya lo sabía todo sobre sexo. Aún así fui y nuevamente me di cuenta de cuán equivocado estaba. Al final de la charla tomé valor y fuerzas para confesarme y así poder salir de estas cadenas que me ataban y me estaba arrastrando hasta llevarme al abismo por buscar sentir solo placer ¡cuando lo que yo más quiero es dar amor y ser amado!
Se dice que todos necesitamos de una motivación para ser mejores. Mi ex-novia había sido desde el principio mi inspiración, así que por ella y por sus ganas de ayudarme decidí ir a la charla y confesarme. A cambio encontré esa paz que creí no iba a encontrar jamás, porque mucho tiempo viví pensando que nunca podría ser perdonado por todo lo que había hecho. El padre me dijo que yo también tenía una segunda oportunidad, que había fiesta en el Cielo porque yo, un “hijo pródigo”, al fin había vuelto a casa. Me sentía tan aliviado, tan en paz conmigo mismo y con tanta alegría porque en ese momento pude ver el mundo y a las mujeres de otra manera, como realmente hay que verlas, como hijas de Dios y como lo más lindo que Dios nos pudo dar.
Ahora puedo ver a mi ex-novia como la veía antes, puedo ver que nuestro amor comenzó por cosas sencillas y que nos enamoramos por lo que realmente había en nuestros corazones. Ahora la relación es nueva, ahora sé que no son necesarias las relaciones sexuales para crear lazos de amor y afecto y podemos volver a intentar ser felices. Y en eso estamos… luchando día a día por vivir La Opción que lleva al Verdadero amor. No es fácil para mí, pero al menos ahora estoy en lucha, buscando día a día purificar mi mente de todo el daño que me hice con tan solo ver “mi primera película porno”!
A ustedes, jóvenes varones que lean mi testimonio, los aliento a no dejarse llevar no por la presión de “amigos”, ni por la curiosidad, ni por los consejos de parientes, no por los propios deseos, ¡¡¡resístanse a ver pornografía!!!, pues desde mi experiencia les digo que lo único que hace es deformar nuestra mente y volvernos adictos no solo a la pornografía sino también al sexo no importa con quién y a qué costo. Realmente, es un veneno, un cáncer que te va matando poco a poco, y va matando tu capacidad de amar verdaderamente a una mujer.
A. L., 28 años, Ecuador.
Testimonio escrito para La Opción V
* ¡Este Blog es un espacio creado para ti! Tú también puedes enviarnos tus preguntas, testimonio o reflexiones a laopcionv@gmail.com, con nuestro compromiso, si tal es tu intención, de guardar tu identidad en la más absoluta reserva. Con tu colaboración y participación podremos ser cada vez más quienes creemos que el amor verdadero sí existe, y que el camino para alcanzarlo es la castidad!
** Todas las publicaciones en este Blog son de propiedad de La Opción V. Pueden ser difundidas libremente, por cualquier medio, consignando siempre la fuente. Está terminantemente prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro.