La violación es un trauma, y también lo es el aborto. Como la violación, el aborto acentúa la sensación de culpa; baja la propia estima; reafirma la sensación de haber sido sexualmente violentada; acentúa los sentimientos de haber perdido el control o de ser manejada por las circunstancias; intensifica los sentimientos de rechazo a los hombres.
Escribo porque sé que no soy la única que ha pasado o está pasando por lo que yo pasé, porque sé que es muy duro y difícil pasar por todo eso y porque sé también cuánto cuesta pedir ayuda…
Fui abusada por dos personas de mi familia desde que era pequeña. Debo haber tenido unos 4 años cuando comenzó todo eso, y fue hasta los 10 años aproximadamente. Yo era muy niña, muy inocente, y nunca me atreví a decir nada pues moría de vergüenza. Pienso que lo que sufrí en esa etapa de mi vida no me provocó grandes secuelas —no al menos notorias— sino hasta que cumplí 20 años.
Durante mi adolescencia, Dios me regaló el don de la fe. No es que antes me haya declarado atea ni mucho menos, pero tenía a Dios como a un amuleto de buena suerte. Fui una chica alegre, ágil, con los valores cristianos que me entregaron mis padres bien adheridos en mi vida, muy independiente. Lo que me habían hecho de pequeña no eran más que recuerdos difusos y los prefería tener ocultos (fue más que nada un mecanismo de defensa de mi mente, que agradezco y no comprendo del todo).
A los 20 años, en una fiesta, sin haber bebido mucho, un hombre que no conocía me saca a bailar. Yo fui bien ingenua (bien tonta si uso una palabra más apropiada) y salí a bailar con él. No pasó mucho rato cuando de pronto me encontraba —sin saber cómo— en el estacionamiento de la discoteca. Había sido violada. Yo parecía estar en trance, no atinaba a hacer nada, reclamaba, preguntaba por mis amigas… creo que vomité y que le pedí volver con mis amigas… Luego comprendí qué había sucedido. Este cobarde me drogó con una sustancia que te hace perder la capacidad de reacción, que te roba la voluntad. Esto lo comprobé con un examen clínico que me realicé después de ir a una clínica.
Todo esto provocó muchas cosas en mi interior, y cuando hablo de mi interior me refiero a distintas dimensiones de mi interior: también quedé embarazada. ¡JAMÁS pensé que eso podría pasar! La verdad, a un mes de sucedido eso, yo funcionaba como si fuera una máquina, no me permitía seguir “fallando”, debía volver a tener el control sobre mi vida, hasta que me enteré que un bebé se estaba formando en mi vientre. No puedo describir cuánto miedo tuve en ese momento. ¿A mi familia? No podía contarle… mi familia estaba destrozada por un montón de cosas que habían ocurrido durante esos años, y yo era como un soporte, veía que no podía dar más problemas, no les podía fallar, así que contacté a una fundación en Chile, que acoge a madres que quieren dar en adopción a sus hijos.
La fundación, en ese momento de tanta oscuridad y miedo, fue UN SOL para mí!!!!!! No pagaría ni con todo el oro del mundo la acogida que ellos me dieron, yo era un tesoro para ellos, y no solo yo, mi bebé también lo era.
Pasó un mes desde el primer contacto con esta fundación, y yo estaba aún con todo el miedo de tener que contarles todo esto a mi familia cuando sucede lo peor que me pudo pasar. Me levanto para ir a trabajar y al despertar estoy menstruando. Entendí de inmediato lo que eso significaba. Llamé a un taxi y me fui a la clínica. Al hacerme una eco, vieron que el bebé no tenía latidos. Mi bebé había muerto. En ese momento me sentí muerta yo también. Mi deseo de contar todo esto no es por un desahogo personal ni nada de eso, sino para compartir mis experiencias a quien le pueda servir y levantar mi voz a favor de la vida de los inocentes:
Pero mi dolorosa historia no termina aquí. Lo que vino luego de aquella violación y pérdida de mi bebé, es una parte importante y muy difícil de mi vida. Pero la historia de los cuatro últimos años de mi vida se las contaré en otro post…
Carmen (1), 24 años, Chile.
RELACIONADOS:
«Yo soy fruto de una violación». La historia de Rebecca Kiessling
Presidenta Bachelet: ¡Baje sus armas y deje de apuntar a mi gente! Por Rebecca Kiessling
(1) Uso un seudónimo. Hubiera querido publicar esto con mi nombre y apellido porque quiero hacer parte de la defensa de la vida en mi país, quiero gritarles que el aborto NUNCA ES SOLUCIÓN, ni siquiera en caso de violación, y que la única solución que beneficia a todos es el amor, un amor más grande, que vence el odio, los miedos y que acoge y defiende la vida de un inocente. Sólo así nuestra sociedad se hará más humana, sólo así podremos hablar de verdadero progreso. Sin embargo, consultando con mi psicóloga y otras personas prudentes, me han aconsejado esperar un poco más para ello…
* ¡Este Blog es un espacio creado para ti! Tú también puedes enviarnos tus preguntas, testimonio o reflexiones a laopcionv@gmail.com, con nuestro compromiso de guardar tu identidad en la más absoluta reserva. Con tu colaboración y participación podremos ser cada vez más quienes creemos que el amor verdadero sí existe, y que el camino para alcanzarlo es la castidad!
** Todas las publicaciones en este Blog -a menos que se consigne otra fuente- son de propiedad de La Opción V. Pueden ser difundidas libremente, por cualquier medio, consignando siempre la fuente. Está terminantemente prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro.