«La Opción V me ha regalado la mayor felicidad de toda mi vida»

Hace exactamente un año, como muchas chicas de mi edad, estaba muy equivocada en todo lo que se relacionaba al amor. Creía que amor era un romance típico de las películas. Grande fue el choque cuando lo que creía que era “amor” se derrumbó ante mis ojos mostrándome un camino de desilusiones y heridas.

En la escuela conocí a un chico y apenas lo vi me sentí muy atraída. Después de hablar con él en una fiesta, intercambiamos números y así comenzamos a conversar diariamente por internet. Posteriormente, empezamos a salir y él, al darse cuenta que era capaz de hacer cualquier cosa con tal de estar con él, no tardó mucho en aprovecharse de esa situación.

En una de esas salidas entraron en nuestra “relación” (si es que se le puede llamar así, pues ni siquiera éramos enamorados) los besos apasionados y, confundida en ese instante, creí que era absolutamente común y normal “lo que todas las parejas hacen”. Yo seguía con él, con la seguridad que en una semana me pediría ser su enamorada (eso era lo que él le había dicho a mis amigas). Nunca le decía algo que le incomodara. Sus caricias cada día eran más subidas de tono. Incluso recuerdo que me recomendó leer el dichoso libro “50 sombras de Grey” para tener más conocimientos.

Todo lo que él decía para mí era la única verdad y sentía que debía hacer lo que él pidiera si no lo quería perder. Llegué a leer los dos primeros libros de la colección de “50 sombras” y les puedo asegurar que lo único que me dejó fue una completa deformación emocional, aparte de muchas heridas profundas, pues el chico que me impulsó a leerlo comenzó a usar el libro como un manual que él mismo llamó: “cómo aprender a tener sexo”.

De esa manera me convertí en una de las protagonistas de su propia novela. Las caricias dejaron de ser su meta. Ahora me usaba como su muñeco personal de pruebas de placer. Así fue como caí hasta lo más bajo que podía llegar.

Después de cada nuevo avance suyo, me sentía más sucia, vacía, indigna de cualquier cariño de mi familia y sobretodo de Dios. Me daba una profunda vergüenza entrar a la Iglesia, no sentía valor por mí misma, no tenía ni siquiera autoestima, era tan hueca y superficial que era incapaz de estar sola, me aterraba profundamente estar a solas.

No llegué a perder mi virginidad pero sí perdí toda clase de pureza. Este chico conocía cada rincón de mi cuerpo con exactitud.

Después de medio mes con él, me dejó y consiguió una nueva pareja. En ese momento me derrumbé en todo sentido, porque el único valor que tenía como persona era el que él me daba. Las cosas empeoraron, me sentía tan usada y sin importancia que desde ese instante me dediqué a regalar caricias y besos con el fin de sentir algo de afecto y llenar los vacíos que tenía en el fondo. Las fiestas, los chicos y las caricias eran mi método para evitar ser consciente de lo mal que estaba y me sentía. Aborrecía el amor, decía que eso era un cuento. Mi reputación estaba por el suelo, desastrosa a donde fuera.

Llegué a un punto en que nada me hacía sentir mejor. Dormía todo el día para no llorar. Hasta que un día encontré a La Opción V y todo cambió. Me enseñaron qué era el amor, EL VERDADERO AMOR, me enseñaron a quererme, a valorarme, a tener autoestima.

El camino que me mostraron ha sido el que me ha regalado la mayor felicidad de toda mi vida. Pero también tengo que decirles que el camino no es fácil. He tenido caídas en las cuales la vergüenza se imponía ante mí como obstáculo, en un abrir y cerrar de ojos me hacía alejarme de todo lo que era bueno para mí y se volvía mucho más difícil retornar y comenzar otra vez. Pero con ayuda de Dios ¡nada es imposible! Él siempre está ahí, ayudándote a levantarte.

NOCuando yo comencé a seguir el camino de La Opción V me costó mucho aprender a decir NO. El mundo va a intentar, de formas que ni te imaginas, hacerte caer, y muchas veces lo logró conmigo. Era muy difícil ser firme. Para ayudarme escribí un letrero en mi armario, enfrente de mi cama, con la palabra “¡NO!” para recordarme qué debía decir cuando el mundo intentará vencerme. Ese letrero me ha recordado todas las noches que tenía que nadar contra corriente. Me ayudó un montón. La primera vez que pude decir NO, adquirí un valor de mí misma que cada día se ha hecho más fuerte y ha llevado a sentirme más valiosa.

Ten por seguro que si asumes este reto de seguir La Opción V, vas a tener que ser muy valiente porque más de uno va a intentar que caigas. Los apodos, las bromas, los juicios, las tentaciones, todo va a ponerte a prueba todos los días y vas a tener que aprender a decir NO. La Opción V no es un camino fácil. Sin embargo es el más feliz y aventurero que puedas encontrar. Hoy les puedo asegurar que ¡vale la pena luchar por la castidad!

C. L., 15 años.

Testimonio escrito para los jóvenes de La Opción V

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