Hice este blog porque una foto que tengo con mi esposo se ha hecho viral en Internet. Quería compartir la historia detrás de la foto para los cientos de miles de personas que encontraron inspiración a través de este momento tan dulce que tuvimos.
La historia detrás de la foto
Momentos antes de que estuviera a punto de caminar hacia el altar, la que sería mi futura suegra entró al vestidor donde estaba yo junto a mis damas de honor, entre risas y apurándonos para terminar con todos los detalles de último minuto.
— “Querida, ¡tu novio te está buscando!”.
Bastante nerviosa, dije: “¡¿Qué?! ¡No estoy lista! Debo ponerme los zapatos, y…”. Para eso, ella ya había tomado mi mano y me había llevado a la esquina donde mi novio estaba esperando. Con las justas me senté, estaba llena de tanta expectativa, ¡tanta emoción, tantos nervios!
“¿Le gustará mi vestido? ¿Mi cabello se ve bien? ¡¿Me puede ver?!”
Justo por la esquina estaba sentado el que muy pronto sería mi esposo, yo estaba tan nerviosa de que él me vea, pero al mismo tiempo estaba esperando poder ver un poquito de él. En ese estado de emoción, fui yo la primera en hablar:
— “¡Hola, cariño! ¡Nos casamos hoy!”
— “Lo sé, nena, y quiero rezar contigo antes de hacerlo”.
Allí nos sentamos, junto a la esquina, tomados de la mano y juntos inclinamos nuestras cabezas. Las personas se estaban apurando con temas de la boda, nuestra wedding planner dirigía a las personas en sus respectivos lugares, los fotógrafos estaban tomando fotos y el cortejo nupcial disfrutaba de la compañía en la que estaban. Sin embargo, en ese momento, en la quietud de nuestros corazones y mentes, mi esposo y yo estábamos solos en la presencia de nuestro Salvador, Jesucristo.
Mi esposo oró para que Dios bendiga nuestro matrimonio, que en lo bueno y lo malo, juntos, no perdiéramos la esperanza el uno en el otro. Que en lugar de enfocarnos en los errores del otro, siempre confiáramos en la perfección de Cristo. Que nos despertáramos cada día y escogiéramos amarnos el uno al otro no a través de nuestra propia fuerza, sino por el poder del amor perfecto de Cristo.
Tomados fuertemente de las manos, juntos dijimos “Amén”, ambos con una voz entrecortada y así tuve que alejarme para secar las lágrimas que cubrían mi rostro, y me puse el velo.
Después de que mis damas de honor, mi suegra, y cada chica en esa habitación terminaron de arreglar mi cierre, ondear mi cabello, y ponerme rubor, me vi en el espejo. Allí estaba yo, usando mi vestido de novia completamente blanco, lista para caminar hacia el altar con mi Príncipe Azul.
Verán, no solo lo considero mi Príncipe Azul por su hermosa apariencia, su gran sentido del humor, o el hecho de que tenemos tanto en común. Él es mi Príncipe Azul porque me ayudó a proteger el regalo más preciado que tenía: mi pureza.
Poco después de que empezáramos a ser enamorados, le conté nerviosamente a mi Príncipe que yo era virgen y que planeaba serlo hasta mi noche de bodas, a lo que él respondió que eso era lo que él también haría.
Durante nuestra relación de enamorados y nuestro compromiso, luchamos constantemente lo que por momentos se sentía como una batalla perdida. Luchamos con la tentación a través de la oración, las Escrituras y control. Tenía amigos ayudándonos si sabían que estábamos juntos en la noche y él se reunía regularmente con otros hombres piadosos para rezar por la pureza. Por momentos, especialmente a medida que la boda se acercaba, pensamos que estábamos intentando lograr lo imposible.
— «¿Por qué hacemos esto?», le preguntaba yo desde mi debilidad, y él me recordaría que es porque Dios nos lo pidió.
— «No puedo hacerlo, no puedo… ¡esto es muy difícil!», me confesaba él y yo rezaba por su pureza.
Mientras caminaba hacia el altar en mi vestido blanco, miré directamente a los ojos al hombre que había preferido proteger y honrar a la esposa que Dios le había dado.
Cuando sus ojos encontraron a los míos, él vio a la mujer que había esperado por él, la mujer que lo apoyaría y amaría por el resto de su vida, en buenos y malos momentos.
Comparto todo esto porque en esa oración que hicimos, que fue capturada por la cámara, pedimos al Señor usar nuestro matrimonio para darle a Él toda la gloria que Él justamente merecía. No hubiéramos llegado a donde llegamos por nuestras propias fuerzas, pero sí por Su mano, que protegía nuestra relación.
Dios ha usado esta foto para inspirar cientos de miles de personas y por eso nos sentimos muy honrados. Quería llevarlo más lejos y alabar a Dios y darle gracias por cómo llegamos a esa callada esquina, tomados de la mano y listos para empezar nuestra vida juntos.
Bre
FUENTE: The Power of Prayer
Traducción de Fabiola Espinosa