Al iniciar la actividad en nuestro blog, queremos ofrecerles este precioso y alentador testimonio de una colaboradora de LaOpcionV*. Este testimonio de vida contiene un mensaje fundamental para los jóvenes sometidos a tanta presión: ¡vale la pena esperar y hacerse respetar! ¡No tengan miedo! ¡No cedan! ¡Lo que a la larga ganarán será lo que verdaderamente anhelan: un amor profundo, puro, fiel! Leamos…
Tengo casi 12 años de casada con mi primer y único enamorado y soy feliz. Porque felicidad no significa perfección sino crecimiento espiritual, satisfacción personal, aprender de los errores, perdonar, tolerar y aceptar las cosas que no podemos cambiar pero que nos hacen sonreír.
Hace algún tiempo una amiga me preguntó: «¿No te llaman la atención otros hombres? Digo, como sólo has estado con uno… ¿no te gustaría saber qué sientes estando con otro u otros? ¿No sientes curiosidad?»
Mi primera impresión, viniendo de una amiga muy cercana, no fue de molestarme. Entendí su curiosidad, pues ella había tenido otras experiencias y bueno yo le llamaba la atención. Creo que siempre he llamado la atención por mi opción. Desde el colegio, era la única chica que no tenía enamorado por decisión personal. Siempre he pensado que merezco, a pesar de mis errores o defectos, una persona que me respete, que me ame y que no me use para un rato. Creo que no nací para eso, creo que nací para amar y ser amada por un sólo hombre, y ese hombre ser amado sólo por mí.
Tampoco cedí a la moda de los famosos “piquitos” o “chapes”. Yo quería besar a un chico que amara y no sólo por diversión o “por saber qué se siente”. Mientras mis amigas tenían enamorados y relaciones de paso, yo ¡estudiaba! Era mi tiempo de realizarme como profesional y en el transcurso lo conocí a él, sin pensar que sería mi esposo, pero siempre pensando primero en mí, porque ahí sí primero somos nosotras. Tal vez se escuche raro, hasta ahora cuando alguien escucha que mi esposo fue mi primer enamorado, es decir, mi primer y único todo, se sorprende. Ya ahora a mis años —y tampoco es que sea muy mayor, pero ya no tengo 20— ya no me sorprende y me causa gracia: creo que en el fondo todas desean una relación así.
Y esto fue lo que le dije a mi amiga: “No me llama la atención, ¿sabes por qué? Porque tengo lo que amo, lo que me gusta y es bueno. Porque no quiero complicarme la vida probando cosas o experiencias que sé que me harían daño, daño emocional, daño del corazón. Porque lo respeto y lo amo y quiero saber que hice las cosas bien, que viví bien, conforme a mis principios, a mis ideas”.
El tiempo me dio la razón y años después ella me dijo: “tenías razón… todo lo que uno hace en la vida tiene consecuencias, te lesiona el alma y es muy difícil recuperarse y sentir que tienes derecho a encontrar el verdadero amor, ese que espere, que te respete”.
Le debo mucho a mis papás en este sentido. Nunca me prohibieron tener enamorado, pero sí me conversaban sobre lo que significaba, sobre las etapas de la vida, sobre las consecuencias de nuestros actos y de lo importante que es vivir las cosas a su tiempo. Siempre me decían que yo merecía respeto, un hombre que me amara. Claro que para los papás en mi caso de hija, ¡ningún hombre es suficiente! Y así fue. Sin darme cuenta, siempre tenía presente esas palabras.
Bueno, yo ahora tengo el mío, mi único amor. No es perfecto, pero es bueno, maravilloso, gracioso. Es mi esposo, el padre de mis hijos, ejemplar, siempre con tiempo, siempre optimista a pesar de todo. Nuestra vida juntos no ha sido fácil, hemos pasado tiempos felices y tiempos trágicos, muy dolorosos, que siempre quedarán profundamente grabados en nuestro recuerdo. Pero a pesar de todo el sufrimiento vivido, nuestro amor hizo que nos uniéramos más en el dolor.
Él siempre me dice que nunca pondría en juego nuestra relación por una aventura y yo le creo. Aunque siempre me dicen que todos los hombres son iguales, yo no creo que todas las personas sean iguales, siempre hay personas especiales.
Tengo una familia hermosa, una hija maravillosa y no me arrepiento un solo día de ser como soy. En realidad, nunca me afectó «ser diferente». Y ahora, con el paso del tiempo, lo que era raro se tornó como ejemplo para muchos de nuestros amigos.
Un día una amiga que quiero mucho escribió en una foto del colegio: «Mi amiga… la admiro porque es la única que ha sabido conservar su matrimonio». Me emocionó mucho porque nunca imaginé que mi historia conmoviera a los que me rodeaban, nunca imaginé que lo que era raro para ellos se volviera especial.
Hoy busco enseñarle a mi hija el valor de una relación amorosa basada en el respeto mutuo. Respeto emocional y físico, donde el cuerpo cumple un papel primordial porque es la cajita mágica que encierra y protege nuestro espíritu. Ella aun es pequeña, pero debe aprender lo que vale, a decir no, a amar y ser amada.
Que aprenda a amarse, a valorarse y a decir que no sin importar nada más. Alguna ves mi mama me dijo: «Si un hombre es para ti, estará contigo a pesar de todo, respetará tu decisión de no entregarte aunque le moleste, te amará y esperará. Y si no es para ti, ¡déjalo ir! Mejor sola, mucho mejor, que hacer lo que no deseas. Primero tu mente, después tu corazón, pero sobre todo… ¡primero siempre Dios!»
* La autora de esta nota ha querido reservar su identidad en el anonimato.