Cuando se rompen los límites, la libertad se convierte en una dura esclavitud…
Aunque me es difícil escribir mi testimonio, lo hago para poder ayudar a otros jóvenes a no cometer los mismos errores que yo cometí.
Soy chilena y tengo 24 años. Estoy con un novio con el que ya tengo 5 años. Soy católica y no estaba dentro de mis principios tener relaciones prematrimoniales. Sin embargo, con mi novio anterior ya había permitido más que nada caricias excesivas, masturbación mutua y sexo oral. Llevábamos poco más de 2 meses cuando empezamos a avanzar con estos juegos sexuales. Yo tenía 17 años y el tenía 19 cuando empezó aquella relación, y duró un poco más de 9 meses.
Por lo mismo que con él ya había avanzado en cosas sexuales y quebrado muchas barreras, con mi novio actual después de un tiempo caímos en lo mismo e incluso fuimos más allá: con él tuve mis primeras relaciones sexuales. El ceder a la entrega total no fue difícil, simplemente fue “un paso más”, tan solo me dejé llevar por la pasión y “felicidad” momentánea que experimentaba. Para entonces tenía yo 19 años. Luego de aquella primera vez, y una vez quebrado ese último límite, se hizo algo tan frecuente que sucedía en cualquier parte: en un parque, en el carro, en nuestras casas mientras el resto dormía, etc.
Cada vez que pasaba eso sentía la necesidad de confesarme, pero me daba mucha vergüenza hacerlo. Pero tomando valor superaba mi vergüenza, pues sabía que esa era la única forma de volver a acercarme a Dios, a quién yo tanto amaba, y quien yo sabía que me amaba. Sin embargo, por más que me confesara para sentirme mejor, para borrar mi pecado, para sentirme y verme amada por Dios, digna de su Amor, no dejaba de hacerlo. Simplemente entré en el círculo vicioso de la sexualidad y de ahí yo no veía forma de salir. Con todo esto me fui haciendo casi adicta a las relaciones y también a la pornografía, a tal punto que incluso en mis sueños estaba presente la pornografía y ciertas “fantasías sexuales” que tenía.
Luego de cada relación sexual venía siempre lo mismo: el cargo de conciencia, las mentiras, los temores de quedar embarazada, la inseguridad y todo lo que conlleva llevar una vida sexual activa con mi novio sin estar casada. Les confieso que al principio yo francamente me sentía usada, basureada, era como su objeto sexual, pero con el tiempo yo lo fui mirando a él de la misma manera. Para entonces nuestra relación estaba basada en el placer, no en la confianza ni en el amor mutuo. Aún así, cada vez que pensábamos terminar porque las cosas no iban bien entre nosotros se me hacía imposible, pues ya estábamos muy “unidos”, porque yo ya se lo había entregado todo a él y porque me sentía dependiente de él. Sencillamente carecía de libertad para terminar una relación que objetivamente me y nos estaba haciendo daño.
En Julio fui a la JMJ y conocí un poco más de “La Opción V”. Algo había escuchado antes, incluso lo tenía en mi Facebook y mis amigas consagradas me habían contado algo, pero, como dicen las abuelitas, “hacía oídos sordos” y no le presté mayor atención. Pero, como les decía, en la JMJ conocí “La Opción V” y al escuchar y ver a jóvenes que también están de novios y que son capaces de vivir un amor sin sexo, y cómo de esa manera son capaces de crecer juntos en amistad, tomé una decisión radical: no más relaciones. Si mi novio me quiere será por quien soy: una mujer valiosa, valiosa porque Dios me creó por amor.
Desde que tomé esta determinación mi vida mi relación con él ha entrado en un proceso de cambio. El cambio empezó por mí, porque yo me he puesto firme, aunque sé que también él tendrá que cambiar de mentalidad y colaborar, porque finalmente sólo es posible vivir la castidad si los dos estamos comprometidos en esta lucha. Sé que es poco aún el tiempo que ha pasado desde que este cambio empezó, pero ya veo los frutos: ahora somos más amigos, novios con una relación de amistad en la que va creciendo la confianza y estamos aprendiendo a querernos por lo que somos, y no por ser tan solo objetos de placer el uno para el otro.
Si bien mi propósito es mantenerme firme, y he tomado esa decisión radical, sé que es una lucha que recién empieza, y es una lucha diaria. Por eso, me encomiendo a sus oraciones para no rendirme, para no volver a lo mismo de antes (cosa que es tan fácil una vez que ya se rompieron todas las barreras), para —si es necesario— terminar con esta relación si a pesar de mis esfuerzos y deseos de vivir un amor puro él no colabora.
Finalmente quiero invitarte a ti a aprender de mis errores:
¡NO apresures las cosas! Lo que pierdes es mucho, las heridas que se hacen son muchas, las distorsiones que introduce en una relación son muchas… de lejos lo más sano y lo que permite madurar en un amor verdadero es saber esperar. La espera trae frutos buenos como la paz de corazón, la libertad, la tranquilidad de saber que eres verdaderamente amada por lo que hay en tu corazón, la claridad de mente para poder ver si una relación te conviene o no, etc.
No dudes en hacer “La Opción V”, no dudes en ir contracorriente, no dudes en decir NO a tus propios impulsos o a los de tu novio, sabiendo que con eso estás cuidándote a ti misma, cuidándolo a él y cuidando que la relación no termine siendo un egoísmo de dos en el que ambos se usan para obtener un placer, una seguridad o lo que sea.
C. M., 24 años, Chile.
Testimonio escrito para La Opción V
* ¡Este Blog es un espacio creado para ti! Tú también puedes enviarnos tus preguntas, testimonio o reflexiones a laopcionv@gmail.com, con nuestro compromiso de guardar tu identidad en la más absoluta reserva. Con tu colaboración y participación podremos ser cada vez más quienes creemos que el amor verdadero sí existe, y que el camino para alcanzarlo es la castidad!
** Todas las publicaciones en este Blog son de propiedad de La Opción V. Pueden ser difundidas libremente, por cualquier medio, consignando siempre la fuente. Está terminantemente prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro.