Mis padres siempre me educaron en la castidad, pero es ya de joven cuando decidí que esta opción era mía también. Ahora llevo casi 2 años de matrimonio y estoy muy feliz. Esta es mi historia…
Mi esposo, que es francés, vino de intercambio a México. Tras conocerlo me enamoré de él y él de mí. Al poco tiempo de estar de novios llegó un momento en el que él quería tener relaciones conmigo y hablé claro con él. Le dije un NO rotundo y los porqués. Él lo entendió y me aceptó así.
Desde ese momento me sentí verdaderamente amada y tuve un noviazgo muy feliz, porque no tenía que cuidarme de que él buscara cualquier cosa para tener relaciones (porque hoy en día la sociedad te empuja y una como mujer ve cómo la mayor parte de los hombres se insinúa de formas descaradas).
Confié en él, él respetó mi decisión y ahora en nuestro matrimonio vemos que fue la mejor opción, porque nuestra unión es fuerte y sólida.
Les doy las gracias por este tipo de movimientos porque veo en mis amigos y noto su pesada tristeza detrás de la aparente libertad sexual. Cada día veo cómo la música, TV, todo se lleva la inocencia de los niños y aun la pureza de los que creemos.
A todos ustedes, jóvenes que hacen la opción valiente por vivir la castidad los animo: ¡¡¡SIGAN ADEANTE Y NO SE RINDAN!!! Ciertamente es difícil mantenerse firme en esta virtud, ¡pero no es imposible! Y desde nuestra experiencia -la mía y la de mi esposo- podemos decirles que ¡sí vale la pena!
N., 30 años
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