Fue hasta agosto del 2003, cuando tenía 17 años, en que yo vivía la vida «a mi manera», rebelándome ante lo que a mí me parecía injusto. Era una “REBELDE SIN CAUSA”, o al menos una causa tenía. Nunca quise quedarme y no me dejaban partir, ¡pero fui feliz! ¡Viví! Hasta que apareció una forma de escapar que nunca antes había conocido, y fueron las escapadas de madrugada.
Pero llegó ese agosto que me detuvo en seco, un día en que dando vueltas caí a un precipicio de miedo y de llanto! Ya todo estaba dicho, lo podía sentir dentro mío.
No hacían faltas pruebas ni nada porque todo había cambiado en mí, y podía darme cuenta cuando sentía ganas de hablarle a mi panza, dándole amor y protegiéndolo en silencio.
¡Tenía tanto miedo pensando en mi familia y el «qué dirán», pensando en mi tío tal y mi tía tal, «ahora, que irán a decir, se van a enojar, me van a matar! ¡Y, mi papá! Seguro que si hubiera estado en mi país, nada de esto habría pasado… o al menos estaría con alguien amado».
Después de pensar tanto, te cuestionas y te dices: «¡Ahora, ¿qué hago?! Pensé en una prima, en su coraje y valor para asumir lo que ahora me tocaba asumir a mí, y «si pudieron perdonarla a ella seguro que también a mí».
Pero el “miedo” es grande y otra vez ataca! Te lleva por lugares oscuros, por pensamientos como el aborto. Tu mente planea, comienzas a imaginarte que «será rápido», que «será lo mejor», que todo esto termine y «no volveré a hacer las mismas cosas»… y como consuelo te dices: «¡Cambiaré!» ¡Pero luego imaginaba entrando a ese lugar y mi pensamiento salía corriendo! ¡No me habría atrevido! Sólo eran momentos de miedo.
Un sueño con mi abuelo llevándome ante la imagen del Señor de Los Milagros y pidiéndome que me arrepienta de esos pensamientos hicieron que despertara más fuerte. Él me enseño un camino y me y me hizo más segura de asumir mi nuevo rol.
Los meses pasaban y ya en diciembre ¡¡la bomba reventó!! Nadie dejaba de llorar, ¡mi madre lloraba todos los días y yo me sentía tan mal! Los meses avanzaban, todo fue calmándose y ya había logrado convencer a todos que todo iba a salir bien.
Ya después, todo lo que viví en el embarazo fue hermoso. Mi madre ya no lloraba, ahora su prioridad era cuidarme y alimentarme para que el bebé nazca sanito. ¡Se volvió en la INCONDICIONAL!
¡¡Nació mi bebe y fui la más feliz del mundo!! Él me transformó en una mujer fuerte y segura, en una mujer que debe tomar las decisiones más acertadas. El apoyo de mi familia fue fundamental, sobre todo cuando tomé las fuerzas y decidí criar a mi hija sola. Cambié mi vida, cambié mis sueños por unos más hermosos. Me volví MAMA AL 100% y vivo feliz con la vida que llevo. De haber sido diferente, JAMÁS me lo hubiera perdonado.
¡Le doy gracias a Dios por haber mandado a mi abuelito para darme fuerzas y enfrentar el mundo!
Una «mamá coraje»
Relacionado: ¡Mi mamá me va a matar!
FUENTE: Vida de mamá Wantana, una página creada por una joven «madre coraje» para todas aquellas jóvenes que a pesar de haberse equivocado y de tener un embarazo no deseado, entienden que el hijo no es un error y contra viento y marea optan por la vida de sus hijos.