Hace unos días recibí una noticia que me puso muy triste: la amiga de una amiga, una chica de tan solo 15 años, estaba pasando un mal momento porque le había entregado a un chico lo más preciado que podía poseer: su virginidad. Cuando pude hablar con ella, se desahogó conmigo, me contó todo lo que había guardado durante meses en secreto.
Lo primero que salió de ella fue un triste lamento: “Yo quería llegar virgen al matrimonio”… Ahora, no se explicaba por qué lo había hecho, tampoco se explicaba ¿por qué él la dejó, si le había dado lo que ella más apreciaba? Ella sólo quería compartirlo con él, porque lo amaba y creía que estaba bien entregárselo a él como muestra de su “amor eterno”.
Mientras hablaba me veía a mí misma hace unos años atrás, a su misma edad, con la misma angustia que ahora veía en ella, con las mismas preguntas e inseguridades que ella tenía, y sobre todo con la misma desilusión que no hacía más que hundirme en un profundo abismo. Y pensaba: ¡la historia se repite una y otra vez! ¿y saben por qué? ¡Porque somos tan ingenuas, porque creemos que ese “amor” que el chico nos jura tener será “para siempre”, porque creemos que una vez que nos entreguemos a él se va a quedar siempre a nuestro lado! Pero cuando tomamos esas decisiones apresuradas y adelantamos el momento, el fin suele ser el mismo: un corazón destrozado mientras que él se va con otra “feliz”.
Luego de escuchar a esta adolescente de 15 años traté de aconsejarla de la mejor manera posible, y como yo había pasado exactamente por lo mismo, le dije a ella y te digo ahora a ti:
Si tienes 15 años y conoces a un chico que te dice cosas bonitas, que te llama en las noches, que te envía un mensaje de texto por las mañanas, que te invita al cine y tal vez hasta te regale un chicle, ¡eso no significa que va a ser el amor de toda tu vida! ¡Una relación a esa edad es linda! Es bonito que llegue a tu casa a las 4 de la tarde y conversen, jueguen play, o vayan al cine juntos. Y si hay una fiesta, yo sé lo que es llegar de la mano con tu enamorado y “lucirte” ante tus amigas porque crees que él es “el mejor”. Pero cuando empiezas a sentir la necesidad de entregarle algo más para que no se vaya, o porque te empieza a decir que ya “deben dar un siguiente paso” en la relación, ya no es una buena relación y no te va a llevar a nada bueno porque, en primer lugar, aunque físicamente tú no estás preparada ni psicológica ni emocionalmente para esa entrega total. Estoy segura que cuando tú te viste en esa situación querías salir corriendo, porque no era lo que esperabas. Sin embargo, “te dejaste llevar” y ahora te toca que afrontar las dolorosas consecuencias. Lo que te ha pasado no significa que estés marcada de por vida, Dios sabe lo que estás pasando y está esperando que vuelvas con Él porque te ama y te tiene preparado algo mucho mejor. No temas volver a Él, pedirle perdón y prometerte que no lo volverás a hacer. ¡Tienes una vida por delante! Con la nueva virginidad que Él te regala con su perdón, trabaja en ti y recupera tu fortaleza. ¡Si yo pude estoy segurísima que tú también podrás!
Lo que le dije y lo que ahora te digo a ti fue lo que a mí me dijeron para salir de ese abismo en el que sólo retumbaba incesantemente el “ya es muy tarde para mí”. ¡Nunca es tarde para nosotras! ¡Dios nos espera para darnos una nueva oportunidad!
Ahora mi apoyo para esta joven de 15 años es incondicional. Ella sabe que puede venir a mi casa y que me puede escribir cuando lo necesite. Rezo por ella para que pueda recuperarse como lo estoy haciendo yo y comparto contigo esta experiencia para que, si es el caso, pueda ayudarte también.
P. S., 18 años, Perú.
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