¡El amor busca el bien del otro ante todo!
Somos esposos y cada uno ha vivido su propia lucha por vivir la castidad. Esperamos que nuestra experiencia de vida te aliente y ayude a seguir luchando por conquistar el amor verdadero en tu vida. Esta es nuestra historia…
Esposo:
Crecí en un hogar en el que mi padre me invitaba a ser promiscuo. Él mismo me enseñó que debía tener muchas mujeres para considerarme “más hombre”. Mi padre era infiel, y mi madre también. Mi adolescencia la pasé como muchos jóvenes de mi época y de mi país: arrastrado por la corriente. Tuve muchas enamoradas y relaciones sexuales con algunas también. Me casé a los 19 años. Un día descubrí que mi esposa estaba embarazada y como no nos veíamos listos para ser padres, optamos por el aborto. Los años pasaron y me divorcié.
Durante los últimos años con esta persona mi vida empezó a dar un giro total. Empecé a conocer a Dios, empecé a conocerme a mí mismo y me di cuenta que no podía estar llamado a vivir esa vida que hasta entonces había vivido, y que era lo normal para mí.
Poco después de hacer la promesa de vivir una vida coherente inicié los trámites de la nulidad matrimonial. Al inicio pensé que jamás se me otorgaría, pero recibí la aprobación. Al parecer Dios tenía otros planes para mí.
Luego de recibir esa noticia empecé a conocer gente, pero siempre me encontraba con chicas no eran lo que yo buscaba. Sólo me buscaban para “pasar el rato”, no querían asumir ni siquiera el compromiso de tener una amistad. No desistí y seguí buscando, pero ya en otros sitios. La lucha en aquél tiempo fue terrible, porque en el medio en el que me desenvolvía por todos lados me vendían la figura del hombre “macho” que debe tener muchas mujeres. En mi trabajo empezaron a circular los rumores de que era homosexual porque no podía entenderse que un hombre joven, atractivo, con buenas posibilidades económicas, estuviese soltero y menos aún, que ni siquiera acompañase a sus amigos a los bares y a ciertos lugares a “disfrutar del placer de estar con una mujer”. Realmente era el “bicho raro” de la empresa. Esta lucha continuó por mucho tiempo, hasta que finalmente conocí a quien ahora es mi esposa.
Esposa:
Crecí en un hogar donde el respeto siempre fue clave, con valores bien establecidos. Siempre me fue difícil encontrar un enamorado, ya que siempre creí que la persona que debía estar a mi lado debía respetarme. En el colegio incluso pensaban que era lesbiana porque sólo llegué a tener un enamorado, y eso para mi medio social era muy raro. Si no tenías enamorado eras lesbiana o eras demasiado fea por eso. Claro que “la gente” siempre me ubicó en la primera categoría, y me consta porque hasta me lo preguntaron.
Con el tiempo me gradué. Ya profesional me preguntaban siempre por que no tenía enamorado. Muchas personas se reían de mí por mis convicciones. Me decían que era muy ilusa, que personas así ya no existían, que me quedaría “para vestir santos”. Se burlaban a menudo porque a mis 27 años aún era virgen. Recuerdo que fui a una charla sobre la pureza y algo que dijo el conferencista se me quedó profundamente grabado en mi mente: “entre un pañuelo blanco y uno sucio, uno siempre prefiere al blanco”. Eso me bastó para seguir luchando y no ceder ante las presiones de tantos, ante el mundo que me mostraba la impureza y falta de castidad como lo más “normal”. Yo no considero que sea normal, ni siquiera natural, creo que nacimos para amar y ser amadas, y no sólo para “pasarla bien” y experimentar pasiones momentáneas sin compromiso. Yo lo tenía muy claro: no quería una alegría momentánea, quería una felicidad duradera.
Entonces conocí a quien ahora es mi esposo. Si ya leyeron su testimonio, comprenderán que ambos tenemos una historia muy diferente. Por la historia de mi esposo era fácil confundirse y creer que él lo que buscaba era aprovecharse de mí. Mi historia era limpia, sin nada que la manchase. Sin embargo, al conocerlo, al pasar de la etapa de la amistad al del compromiso de ser enamorados me di cuenta que él no era así, y comprendí que su lucha al estar conmigo era ahora aún más difícil porque debía cargar con un pasado que ya no se puede borrar, pero que le ayudó a forjar la persona que ahora es. Nuestra relación no fue para nada fácil, porque nos veíamos poco, pues vivíamos en diferentes ciudades. En esa etapa la oración y comunicación fue fundamental para que nuestra relación fructificara.
El día que me pidió que me casara con él, luego de casi 2 años de conocernos, recuerdo que fue a pedirle la mano a mis padres y ellos, aterrados, pensaron que les iba a dar la noticia de que estaba embarazada. ¿Acaso es más fácil pensar que tu hija está embarazada a creer que estábamos haciendo lo correcto, viviendo etapa por etapa?
El noviazgo fue la parte más difícil porque parece que hay más tentaciones que antes, o tal vez porque tienes una mayor certeza —o la promesa al menos— de que ya te vas a casar. Nos tocó luchar juntos por perseverar y mantenernos firmes en la castidad. La gente nos decía que éramos tontos, que era común tener relaciones sexuales, que de hecho nos ayudaría a “conocernos más”, a ver si realmente éramos “compatibles” y si el matrimonio “iba a funcionar”.
Fue difícil sobre todo para él, porque ya había tenido relaciones sexuales antes y en verdad era una verdadera lucha cuando nos veíamos. La virtud la forjamos todos los días, pero hay que ser astutos y no buscar ponerse en situaciones o lugares donde las tentaciones se hacen mas fuertes. ¡¡¡Nunca sean ingenuos!!! ¡No crean que van a ser fuertes para resistirse ante las tentaciones si están en un cuarto solos, y menos aún si están juntos en una cama! ¡Sean fieles con ustedes mismos!
Recuerdo que él me dijo una vez que siempre quería serle fiel a su futura esposa y si en ese momento (siendo novios) “pasaba algo” (teníamos relaciones sexuales) de alguna manera me estaría siendo infiel a mí, su futura esposa, puesto que yo en ese momento solo era su novia. Podrá parecerles un juego de palabras tonto, hasta absurdo, pero eso nos ayudó a mantener siempre presente esa promesa de respetarnos y mantener puro ese amor. Nos prometimos y comprometimos a ser guardianes el uno del otro. Creo que ahí está la clave: ser generoso en el amor y cuidar de la persona que te acompaña. Días previos a la boda me dijo que aunque él ya había tenido relaciones sexuales antes, esta sería la primera vez que verdaderamente haría el amor, porque sería la primera vez que se entregaría a una persona que había aprendido a amar y respetar mediante la castidad. ¡Ese fue el mejor regalo que me pudo dar!
Ahora tenemos algunos años de casados y seguimos en la lucha, siempre cuidando el uno del otro, cuidando lo que vemos, cuidándonos de las personas de las que nos rodeamos.
Mi consejo para ti es éste: ¡No tengas miedo de ser el “bicho raro”, porque eso significa que estás en buen camino para encontrar el verdadero amor, para encontrar la fuente de tu verdadera dicha y felicidad!
Hoy, luego de revisar nuestras vidas, le damos gracias a Dios por lo que hemos recibido de Él. Es cierto que mi esposo no era ya virgen cuando se entregó a mí, pero sí era casto, y eso para mí tiene muchísimo más valor.
¿Por qué nos animamos a contar nuestras historias? Porque muchos pueden pensar que hacer una opción por vivir castamente sólo es para personas que nunca han tenido relaciones sexuales. Nuestras vidas evocan las dos caras de la moneda. Siempre se puede ser casto y siempre es buen momento para lanzarse a pelear por vivir la pureza para alcanzar el amor verdadero. ¡Queridos jóvenes! Vivir La Opción V requiere de Valor, llenarse de Verdad, arriesgarse a Vivir coherentemente y sobre todo fortalecerte en la Vida misma que es Nuestro Señor. Podemos asegurarles que si Dios no hubiese estado presente en nuestras vidas, creo que jamás nos hubiéramos conocido o reconocido, y jamás hubiéramos asumido ese compromiso de cuidarnos mutuamente.
¿Te preguntas si vale la pena esperar? ¡¡Pues sí, lo vale, y mucho!! Este es nuestro testimonio.
Por otro lado, la virtud no se vive sólo hasta que te casas, la lucha no termina cuando ya puedes entregarte una vez que se celebra el Matrimonio, sino que sigue y de manera distinta, a veces más fuerte o más sutil. El demonio jamás descansa.
¡Sigue luchando contra la corriente y mantente firme! ¡No dejes que nada ni nadie hagan que pierdas aquello que Dios te ha regalado para conquistar el amor puro!
¡Dios y Santa María los acompañen en esta Valiente Opción por ser felices!
AM&MO
Testimonio escrito para La Opción V
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