¿Son también pornografía las escenas de «amor y pasión» de las telenovelas?

Telenovela brasileña que en los 90 causó revuelo por sus imágenes sensuales

PREGUNTA: ¿Son también pornografía las escenas de «amor y pasión» de las telenovelas? ¿Ver y consentir las mismas es pecado? Si dramatizan el acto sexual en un programa (por ejemplo, Mil maneras de morir) aunque no se observen los genitales ni los senos en las mujeres es pornografía? ¿Es pecado mortal ver estos programas? (Mario, 17 años, Guatemala)

Es la duda que me ha venido al leer el número 2354 del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC): “La pornografía consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada.  Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico.”

RESPUESTA: Definitivamente, la pornografía es inaceptable pues destruye vidas. Esto escribe, por ejemplo, un joven de 18 años que ve porno desde los 14: “La pornografía está acabando con mi vida y no sé cómo dejarla, necesito ayuda urgente”. Y un hombre de 29 nos ha escrito esto: “actualmente, a mis 29 años, no puedo dejar de ver pornografía y masturbarme, la verdad a veces intento dejarlo pero siento que la mente se me bloquea y caigo de nuevo”. No son los únicos, son millones los hombres que están siendo atrapados en esta “trampa perfecta”, volviéndose adictos a esta “droga visual” que consume vidas…

Sobre tu primera pregunta, ¿Es también pornografía las escenas de «amor y pasión» de las telenovelas?

Hoy en día he escuchado que las novelas traen ese tipo de contenidos, cosa que antes no sucedía. Las telenovelas no pasaban de ser románticas y eran “sanas”, no traían escenas “fuertes”. Ahora bien, si dichas escenas de “pasión y amor” incluyen el acto sexual explícito, pues ciertamente son consideradas como pornografía, pues —de acuerdo a la definición del CEC— están “sacando de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada”. En el caso de las novelas o películas con estos contenidos, hay una intención deliberada de exhibir estas escenas públicamente, por diversas finalidades. Ninguna de estas finalidades justifica que se haga semejante exposición.

A tu pregunta, “¿si  dramatizan el acto sexual en un programa (por ejemplo mil maneras de morir) aunque no se observen los genitales ni los senos en las mujeres es pornografía?”, respondo que también se considera pornografía según el Catecismo. El Catecismo no especifica que la pornografía consiste en mostrarlos necesariamente desnudos, sino mostrarlos realizando el acto sexual. Aunque “no se vea todo”, se exhibe un acto sexual deliberadamente, sacándolo de la intimidad. Y aunque “no se vea todo”, obviamente quien lo ve “se imagina todo”. El efecto es el mismo en la persona que ve: se excita, su imaginación vuela, se encienden sus deseos sexuales, termina viendo a las personas como objetos sexuales.

Si dichas escenas no incluyen el acto sexual, aunque sí besos apasionados en los que los actores “se comen” a besos pero no muestran desnudez, estas escenas no caen bajo la definición de lo que el Catecismo considera pornografía.  Igual, no hace ningún bien que lo vea la gente, porque va difundiendo un modelo de besos entre enamorados que encienden las pasiones y los llevan a quebrar límites con mucha facilidad.

El Catecismo habla de actos sexuales no solo simulados, sino también reales, lo quiere decir que también se considera pornografía si los mismos esposos graban sus actos sexuales y los publican, cosa que muchas parejas deciden hacer para ganar un poco de dinero.

Según el Catecismo, el acto sexual es una expresión de amor que debe permanecer en la intimidad de quienes lo realizan. Toda exposición deliberada de un acto sexual es considerada “una falta grave”.  Eso se refiere a quienes realizan esa exposición grave o lucran con ella, por ejemplo, a quienes producen y distribuyen de material pornográfico.

A tus preguntas si ver y consentir las mismas es pecado,  y si es pecado mortal ver estos programas (si te refieres a mil maneras de morir, primera vez que escucho que existe), respondo:

Ante todo habría que definir brevemente que entendemos por “pecado”.

El Catecismo enseña que “el pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse mutuamente” (n. 387). Dios nos ha dado libertad, porque al crearnos por amor nos llama a participar del amor. Nadie puede amar si no es libre. No existe amor donde no hay libertad. El amor no se puede imponer ni obligar. El pecado es hacer un mal uso de la libertad, obrar en contra de lo que Dios nos propone como el camino que conduce a nuestra felicidad, creyendo que vamos a ser felices decidiendo por nosotros mismos qué es lo bueno y qué lo malo, y qué es lo que va a traernos la vida y la felicidad. Esta rebelión a Dios y a sus mandatos lo único que trae es n grave daño al mismo hombre. Como dice la Escritura, “el que peca, a sí mismo se hace daño” (Eclo 19, 4). O como enseña el Catecismo, el pecado es “elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y, por tanto, contra su propio bien” (n. 398). ¿Qué daño nos hacemos al ir en contra de lo que Dios nos enseña? Es como cortar la rama sobre la cual estamos sentados, es cortar con la Fuente de la Vida y del Amor para el ser humano. El pecado, como decía el Santo Papa Juan Pablo II, “es un acto suicida”. Al rechazar al Amor verdadero destruimos nuestra capacidad de amar y ser amados. Nos convertimos en seres egoístas al preferirnos a nosotros mismos antes que a Dios y que a nuestros semejantes. Al centrarnos en nosotros mismos, nos hacemos incapaces de amar, y al apartarnos cada vez más del Amor, solo nos secamos, nos marchitamos, nos volvemos infelices, nos experimentamos rotos y quebrados interiormente, tanto, que nos creemos indignos de ser amados por Dios o por nuestros semejantes.

A tu pregunta, sí, es pecado consentirte ver esas escenas, no solo porque “atentas contra la castidad”, o porque “atentas contra el noveno mandamiento”, sino porque te haces daño a ti mismo, dañas tu capacidad de amar (amar no es “aprender a tener sexo de esa manera”), vas sacando a Dios de tu vida y apartándote de la fuente de tu Amor, empiezas a ver a las personas cada vez más como objetos sexuales, deformas tu visión de una recta sexualidad humana, empiezas a pensar cada vez más “solo en eso” (porque las imágenes que ves se te quedan grabadas en la mente, a veces por años), etc.

Te recordamos que “pecado no es ver, sino consentir”, es decir, si una escena aparece ante tus ojos, no has pecado si la rechazas con serenidad. No basta que aparezca ante tus ojos para que “ya hayas pecado”. Pecado es cuando no la rechazas a tiempo y te permites seguir viendo con toda conciencia. Para entender mejor: si un ladrón toca a la puerta de tu casa, y tú le dices “no lo dejo entrar”, no pasa nada. Pero si toca a la puerta de tu casa y le dices “pase adelante”, te roba todo lo que tienes. Si la tentación “toca” tus ojos y no consientes en seguir viendo o imaginarte las cosas, no solo no has pecado, sino que has triunfado sobre la tentación. Si toca tus ojos y no reaccionas, sino que empiezas a darle vueltas en la mente, a imaginar, a fantasear para experimentar el placer de algún modo (usando a las personas que ves para ello), entonces has sido vencido por la tentación, has renunciado al verdadero amor, te has hecho daño, has pecado.

Cuando evitamos ver la belleza de un cuerpo, no lo hacemos porque “es malo”, sino porque es demasiado bello, perfecto, hermoso… pero no nos corresponde verlo, porque no nos pertenece, porque se tuercen nuestras intenciones, porque empezamos a “mirar a las personas con otros ojos”. La purificación del corazón es fundamental, como enseña el Catecismo, para poder purificar también la mirada. «El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5, 28). Si el pecado consiste en mirar con deseo a una mujer (como un objeto para nuestro placer y satisfacción sexual), y en ese sentido es grave, la pureza de corazón nos permite no sólo “ver a Dios”, sino también “ver según Dios, recibir al otro como un “prójimo”; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina”. (n. 2519)

Finalmente, a tu pregunta si es pecado mortal ver estos programas, pienso que deberías preguntarte más bien: ¿me hace bien mirar no sólo las escenas “subidas de todo”, sino todo el contenido de esos programas (que no conozco)? ¿Me ayudan a formarme en un amor verdadero hacia las personas, o me alejan del ideal de amor que quiero vivir? Si no te ayuda, si al contrario te apartan el amor verdadero, no conviene que veas ese tipo de programas. Usa bien tu libertad, ¡úsala con responsabilidad para que te acerque al amor que estás llamado a vivir!

P. Jurgen Daum

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