“Has venido a hacer grandes cosas… para Dios”, fue lo que me dijo mi neurólogo un día de consulta. Tenía entonces 19 años. Mi corazón despertó aquél día. Un nudo en mi garganta era señal de que aquello me había conmovido y tocado hasta lo más profundo. Desde ese momento mis días ya no podían ser los mismos, así que escribí esa frase y la pegué frente a mi cama para poder verla al despertar cada mañana. Por mucho tiempo leía esa frase y trataba de buscar qué era aquello para lo que Dios me quería tanto aquí. No encontraba la respuesta y con el tiempo fui olvidando esa frase tan profunda. Cada día que pasaba parecía carecer más y más de sentido, sobretodo estos últimos meses en los que incluso hasta cuestionaba la vida de forma desafiante.
La respuesta al significado de esa frase y de mi fuerte duda sobre por qué el Señor me quería aquí y cuáles eran esas cosas grandes que debía hacer, se hizo concreta, al menos en este tiempo, gracias a La Opción V que me ha dado la oportunidad de hacer un apostolado constante con jóvenes como yo y que buscan lo mismo que yo, jóvenes que creen en lo que muchos nos dicen que no debemos creer, porque “es iluso”, “utópico”, “imposible en la vida real” y “sólo posible en los cuentos”: un amor para siempre.
Hace unas semanas mi vida carecía de real sentido, al igual que aquel “has venido a hacer grandes cosas… para Dios”. Hoy estoy llena de felicidad, mis despertares son distintos. Mi vocación al matrimonio es un deseo ardiente en el corazón, un deseo loco por vivir el amor para siempre, por mostrarles a todos los que me dicen que no sea ilusa porque “el amor se acaba”, que ese amor sí existe y es posible porque viene de Dios y lo que viene de Él PERMANECE PARA SIEMPRE. Hoy es mi deseo ardiente de que así como ese anhelo ha despertado en mi corazón, despierte también en el de muchos y vayamos contracorriente, demostrándole al mundo que vale la pena ser “ilusos”, que vale la pena esperar y que vale la pena creer preparando nuestros corazones con ese amor que Dios quiere que le entreguemos únicamente a nuestros futuros esposos o esposas.
Puedo decir sin reparos que este apostolado me hace feliz, que es para lo que Dios me quiere hoy aquí. Y es lo que me siento llamada a hacer: encender luz para que crean, para que entendamos todos la vocación al matrimonio como un don hermoso y una muestra pura del amor de Dios, un don que no se acaba, donde no hay un “me divorcio porque ya no siento lo mismo”, o un “si no funciona me busco a otro/a y no me complico más”. El matrimonio es un compromiso para toda la vida, que podemos empezar a vivir ya ahora, aún sin conocer todavía a esa persona pensada para nosotros y aún cuando no sepamos cuándo la encontraremos. Leía en una de estas imágenes de facebook: “Pon a tu futuro/a esposo/a en tu oración y Dios pondrá en tu camino a la persona de tus sueños”.
Hoy no me basta con tener esta profunda aspiración y creer yo sola en que esto es posible. Como dice August de Once Upon a Time: “I’m a believer and I want to get others to see the light”.
Por Mariela C. Olivares (21 años, Lima, Perú)
* Todas las publicaciones en este Blog pertenecen a LaOpcionV. Pueden ser difundidas libremente, consignando siempre la fuente. Está terminantemente prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro.