El mundo en que vivimos nos ha mostrado tantas ideas falsas de amor, que incluso creemos que lo que estamos acostumbrados a ver en la mayoría de relaciones afectivas, es la única manera de amar; aunque en realidad no estemos convencidos de aquello, pues todos llevamos en nuestro ser un deseo infinito de amar y ser amados verdaderamente.
Y es que la palabra “amor” ha sido utilizada para todo, y se ha abusado tanto de ésta, que la hallamos en diversos contextos: en las propagandas de televisión que nos venden falsedad, o felicidad pasajera; la vemos en las novelas, las películas, y también la hemos oído pronunciar tan fácilmente en los labios de personas que nos han herido y ahora ya no están, pero han dejado secuelas en el corazón, tan difíciles de sanar. En otras ocasiones nosotros también hemos dicho que amamos a alguien sin ni siquiera saber el significado y compromiso que esto implica.
Lo cierto es que el mundo de los sentimientos que van y vienen, dejan en nuestro interior una sensación de fracaso, soledad, vacío y a veces un sinsentido inexplicable, porque, aunque nos pasamos la vida hablando y creyendo vivir el amor, en realidad no nos sentimos plenos. Esto sucede por una razón, y es que el verdadero amor, va más allá de los sentimientos, las emociones y los instintos. Además, tiene tres principios innegociables: el sacrificio, la donación y la incondicionalidad.
Entonces ¿cómo podemos apostar al amor verdadero?
Primero debemos comprender que el verdadero amor, no deja de lado los sentimientos, ni las emociones ni los instintos, pero sí, los ORDENA, de tal manera que permite que haya espacio para el sacrificio, la donación y la incondicionalidad.
Cuando dejamos que solo las emociones pasajeras y fluctuantes tomen el timón de nuestras relaciones entonces estamos en grave peligro, porque es posible que un día seamos capaces de darlo todo por una persona, comprometiendo el corazón al extremo, entregando nuestro cuerpo, nuestro tiempo e incluso nuestros bienes. Pero tal vez en unos días o meses las circunstancias cambien y nos dejamos encantar por alguien más, botando todo lo que dimos a la basura. De la misma manera, es posible que aquella persona de la que estemos enamorados, conozca a alguien más y nos abandone, sin importar lo que hayamos hecho por ella. En cualquiera de los casos nos sentiremos usados, por haber determinado nuestra vida dependiendo de lo que sentimos en “ese momento”.
Con el amor verdadero, las emociones quedan en un segundo lugar, no porque sean menos importantes; sino porque este exige más que solo “sentir algo bonito” por otra persona. Así, este amor, que es el único verdadero, te lleva a la donación de ti mismo con un compromiso permanente y eterno con otro corazón. Y esta donación es la que te hará capaz de sacrificarte a ti mismo y ser incondicional con la otra persona, pase lo que pase, venga lo que venga. De la misma manera que la persona que te eligió hará contigo.
Cuando somos capaces de ver más allá del sentimiento temporal y efímero, y conocer a alguien por lo que es y no por lo que tú puedes obtener de ese alguien: ¡te enamoras de verdad!; porque pospones tus intereses por los de él o ella, y viceversa. Entonces eres capaz de sacrificar tus instintos que si bien es cierto son parte de tu humanidad, lo haces por el bienestar de quien amas, en este caso aprenderás a ordenarlos, sabiendo que cada cosa fue hecha para un momento concreto, por ejemplo, el sexo. Al saber respetar a la otra persona y cuidar su corazón, estás sacrificando por un momento algo valioso, para entregárselo a la persona indicada cuando se den un sí en el altar, un sí para siempre, que te haga feliz y realizado como persona. En ese acontecimiento de tu vida, es cuando entonces la donación debe ser absoluta, e incondicional porque has elegido a una sola persona de todas las que hay en el mundo, para construir algo duradero, y permanente.
Mientras esto sucede, tú puedes aprender a amar de verdad, tal como te encuentres, en tu estado de vida: soltero, en noviazgo, comprometido: educando el corazón como la mejor preparación para tu sí definitivo.
Por tanto, el amor verdadero en la soltería se vive conociéndose a sí mismo, trabajando en las virtudes necesarias, depurando las faltas, amando y amándote como un ser único e irrepetible, pero con un amor sano, humilde, honesto que no te haga pensar que eres más que el resto. De igual manera sacrificándote, cumpliendo a cabalidad tus deberes de estado, para forjar en ti una persona responsable digna de ser amada. Esto te va preparando para la donación y la incondicionalidad.
Igualmente, si te encuentras en un noviazgo, primero piensa si esa persona es con quien pasarías el resto de tu vida, y si no es así, sé honesto, sé honesta y déjala ir. Después, aprovecha el tiempo para conocer a tu pareja, lo que ama, lo que sueña, sus metas, ideales, su carácter, su familia, sus miedos, heridas, pero NO su cuerpo, no tengas relaciones sexuales con ella, porque te pondrás una venda en los ojos y serán los instintos y los sentimientos que te tendrán atado(a). Perderás la voluntad de sacrificio, de donación y pensar más allá del cuerpo.
Y si estás casado o casada, sé fiel, pon en primer lugar a tu esposo o esposa. No abuses de su bondad, y dónate por completo, se incondicional como quisieras que fuesen contigo, y serás plenamente feliz.
María Mera / Brigada LOV
Fuente bibliográfica:
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