Imagina que vas a un combate, sitúate ahí en el campo de batalla; frente a ti está el ejército enemigo a unos cuantos kilómetros, listo para atacar. De pronto, empieza a avanzar y tú volteas, pero estás totalmente solo sin ninguna ayuda, ni siquiera tienes armas al alcance. De nuevo vuelves tu vista hacia el frente y ves que se acercan. Te decides a contraatacar, pero son demasiados… ¿Cuál crees que será el resultado? No es difícil imaginar que es muy probable que pierdas. Si vas a un combate sin armas, sin hombres y sin ejército frente a un enemigo armado, el resultado sería fatal. Ocurre lo mismo con la vivencia de la castidad.
Mi intención no es asustarte, todo lo contrario; quiero que sepas que la castidad se puede vivir todos los días y que nos ayuda a vencer esos combates de tentación. Te cuento a modo de confidencia que cuando recién la descubrí, muchas veces creí que era imposible y estuve a punto de tirar la toalla. Por eso quiero compartirte tres puntos claves, armas para el combate, totalmente necesarios que te ayudarán a vivir la castidad para que sea más una alegría que una carga.
Estoy segura de que, si estudias bien las fortalezas, debilidades y estrategias del ejército enemigo, tendrás ventajas y oportunidades para vencerlo; por ello, la formación es un arma importantísima para la vivencia de la castidad. “Nadie ama lo que no conoce” y si no conoces qué es realmente la castidad no podrás amarla, mucho menos vivirla. Te sugiero informarte acerca de este tema que en realidad es muy amplio. Aquí en La Opción V pueden encontrar recomendaciones de libros, videos, películas, etc.; además, hay muchas cuentas en redes sociales que te explican y dan a conocer la belleza de la castidad. Busca e investiga de fuentes confiables que sigan una antropología adecuada, verás que no está tan pasada de moda como te lo han hecho creer.
Una vez estudiado todo acerca del ejército enemigo, tocará entrenarte para que lo puedas vencer. Para vivir la castidad también tendrás que hacerlo, y ¿cómo? Fortaleciendo la voluntad, capacidad que tenemos todos para decidir con libertad aquello que se desea y que no; sin embargo, muchas veces esta capacidad se ve sesgada por los impulsos, por ello es trascendental que se fortalezca, para que cuando llegue el momento digas “no” al uso y “sí” al amor.
Por mucho que hayas entrenado o que tengas conocimiento del ejército enemigo, si lo haces solo será difícil que salgas vivo del combate. Por eso es importantísimo ser conscientes de que solos no vamos a poder. La castidad, como virtud, es una gracia que nos viene dada de Dios. Personalmente, me costó más entender esto, porque creí que yo sola podía frente a frente con la tentación, y por creerme autosuficiente me he estrellado contra la pared. ¡No temas pedir ayuda! Qué mejor aliado que Dios mismo que te puede ayudar a vencer hasta los combates más difíciles. Recurre a los medios que están a tu alcance: la oración, los sacramentos, el Santísimo, la ayuda de un director espiritual, y más.
Estas tres armas son las que sí o sí debes cargar antes de lanzarte al combate. Así que ¡ánimo!, no estás solo… La castidad se vive con alegría: es decirle sí al amor verdadero y vivir con gozo esta decisión.
Calina Solís – Brigada LOV
Calina es psicóloga en Perú
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