¿Qué era el cinturón de castidad? Puedes imaginarlo; lo has visto en muchas películas y has escuchado referencias en un sinnúmero de formas culturales. Incluso hay una banda en Seattle que se llama “Chastity Belt” (Cinturón de Castidad). En su libro de 1969 “Everything You Always Wanted To Know About Sex (But Were Afraid To Ask)” —Todo lo que siempre quisiste saber sobre sexo (pero temías preguntar)—, David R. Reuben lo describió como un “bikini blindado” con una “pantalla delante que permitía orinar y una pulgada de hierro entre la vagina y la tentación”. “Todo estaba cerrado con un candado grande”, escribió. Con este dispositivo, los hombres medievales que se iban a las guerras, podrían estar seguros de que sus esposas no tuvieran relaciones sexuales con nadie mientras ellos estaban lejos, muy lejos, a veces por años.
Sí, suena ridículo, bárbaro y extremadamente antihigiénico al mismo tiempo, pero… “el hombre era medieval, ¿sabes? Eran otros tiempos.”
Esta, al menos, ha sido la historia que ha sido contada desde hace cientos de años. Es muy sencillo, impactante y hasta cierto punto, divertido, ya que muestra a la gente del pasado mucho detrás de nosotros, y por extensión, ilustrados y mejores. Eso es también, muy probablemente, muy equivocado.
“Como medievalista, un día pensé: No puedo soportar más esto”, dice Albrecht Classen, Profesor del Departamento de Estudios Alemanes de la Universidad de Arizona. Se dedicó a revelar la verdadera historia de los “cinturones de castidad”. “Es un tema de investigación lo suficientemente conciso que podría cubrir todo lo que jamás se haya escrito sobre esto”, dice, “y de un solo golpe, puede destruir el mito”.
Aquí está la verdad: Los cinturones de castidad, usados para asegurar la fidelidad de las mujeres, en realidad nunca existieron.
Cuando se toma en cuenta la evidencia de los cinturones de castidad medievales, como Classen lo hizo en su libro “El cinturón de castidad: Un proceso de creación de mitos”, se hace evidente bastante rápido que no existieron. Primero, no hay en realidad tantas imágenes o cuentas de la utilización de cinturones de castidad, e incluso un menor número de muestras físicas.
“Tienes mucha representación literaria, pero muy pocas referencias históricas sobre un hombre tratando de poner un cinturón de castidad a su esposa”, dice Classen. Y es probable que cualquier referencia literaria sobre el cinturón de castidad, sea o alegórica o satírica.
Las referencias en los textos europeos sobre los cinturones de castidad de siglos atrás hasta bien entrado el primer milenio D.C. Pero hasta la década de 1100, estas referencias están redactadas en la teología, como metáforas de la idea de la fidelidad y pureza. Por ejemplo: una fuente latina advierte a la “virgen honesta” a “mantener el casco de la salvación por la parte de adelante, la palabra verdadera en la boca… el verdadero amor de Dios y tu prójimo en el pecho, la faja de castidad en el cuerpo…”. Posiblemente los vírgenes que tomaban esta recomendación iban caminando con cascos de metal y manteniendo alguna manifestación física sobre la palabra “verdad” en su mejilla, como un poco de tabaco, adicional a las tiras de metal, como ropa interior. O, posiblemente, nada de esto debe ser tomado literalmente.
El dibujo más antiguo sobre un cinturón de castidad se presentó en el año 1405, en un trabajo de ingeniería militar llamado Bellifortis, entre los diseños detallados de catapultas, armaduras, instrumentos de tortura y otras herramientas de guerra. Así es como se representó el cinturón:
Pero no todo en el libro era serio. Está incluido en el código lo que Classen llama “objetos altamente imaginativos” para hacer a las personas invisibles. Aunque el cinturón de castidad se representa en un poco de detalle, nadie ha encontrado nunca un ejemplo físico que date de ese periodo. Lo más probable es que esta imagen también sea una broma.
Cerca del siglo XVI, el cinturón de castidad empezó a aparecer con mayor frecuencia en las ilustraciones, grabados, y grabados en madera. Típicamente, una escena sería algo así: el esposo, generalmente mucho mayor, se iría de viaje. Su esposa sería retratada a menudo parcialmente desnuda, vistiendo ropa interior de metal. Pero en algún lugar de la imagen, un amante ya esperaba que el esposo se fuera, con una copia de la llave del cinturón en la mano.
¿Qué podría explicar la persistencia de esa historia? “Miedo masculino”, según Classen. “Siempre hay un amante en el fondo que ya tiene el duplicado de la llave, dice. En otras palabras, incluso en los 1500s, nadie tuvo en serio la idea de tomar la ropa interior de metal bajo llave como un dispositivo antisexual eficaz. Cuando los cinturones de castidad fueron representados, fueron el equivalente renacentista de Robin Hood: El hombre en mallas, y las audiencias de esas piezas de arte probablemente pensaron que la idea de un cinturón de castidad de metal sería punto de burlas, como lo hicieron los adolescentes de finales del siglo XX.
Hay ejemplos físicos de los cinturones de castidad que han sido mostrados en museos. Pero la mayoría de los estudiosos creen que esos objetos de metal fueron hechos mucho, mucho más recientemente que en la Edad Media, y son objetos de fantasía que hacen referencia a un pasado que nunca existió realmente. O como el Museo Británico lo dice: “Es probable que la mayoría de los ejemplos que ahora existen hayan sido hechos en los siglos dieciocho y diecinueve como curiosidades para los lujuriosos, o chistes para los sin tacto”. (Estos eran los victorianos, después de todo estaban obsesionados con el sexo y muchas veces muy equivocados al respecto).
Uno de los ejemplos en el libro de Classen, tiene un corazón perforado en la parte frontal del metal; el agujero que está aparentemente destinado a permitir la defecación tiene forma de flor. Es demasiado lindo para ser cierto.
¿Por qué ha durado tanto el mito sobre el cinturón de castidad? Es difícil refutar una idea una vez que está firmemente implantada en la mente de las personas. Como resultado, la misma información escasa ha logrado convencer a las generaciones que los hombres medievales encerraban a sus esposas en regiones inferiores. Incluso las dificultades prácticas de ese dispositivo —como un historiador escribió: “¿Cómo es posible que un mecanismo de este tipo haya sido diseñado para permitir las actividades normales de micción, evacuación, menstruación e higiene, y haya prevenido la penetración anal y vaginal?”— no ha disuadido a la gente en dejar de creer en los cinturones de castidad.
“A la gente le encanta ahondar en el sexo. Pueden decir que solo tienen un interés histórico, pero en realidad es un interés lujurioso”, dice Classen. “Es una fantasía”.
Para los hombres, los cinturones de castidad son fantasías sobre el apetito sexual de las mujeres. Piensan que las mujeres están “tan calientes” que solo encerrándolas pueden tenerlas bajo control. Para las mujeres es una fantasía sobre la crueldad y el control de los hombres. Pero para muchos, es simplemente una fantasía sobre sexo. Incluso si los cinturones de castidad que hayan sido usados para la fidelidad medieval no fueran reales, los cinturones de castidad modernos, vendidos como objetos fetiche, sin duda lo son.
Por: Sarah Laskow, 17 de agosto, 2015.
FUENTE: Atlas Obscura
Traducción de Fabiola Espinoza