Para la chica sin padre

La herida más pandémica de nuestro mundo es la ausencia del padre. Cada niña anhela ser protegida por su padre, desea ser querida por él. Ella le pregunta: ¿Te deleitas en mí? ¿Soy para ti alguien por quien vale la pena luchar? ¿Me quieres? ¿Me ves? ¿Me valoras? ¿Soy hermosa? ¿Soy suficiente? Cuando estas preguntas son respondidas apropiadamente por un padre que ama, acaricia, besa y valora a su hija, no necesitará luego huir con el primer chico que la encuentre atractiva.

Pero cuando estas preguntas no son respondidas de una manera apropiada, buscará encontrar respuestas por su cuenta. Cuando un padre no le da la atención y amor que ella ansía, su necesidad de aceptación masculina no tiene límites. Muchas veces estas preguntas mal respondidas conducen a trastornos alimenticios, depresión y promiscuidad, por nombrar algunos problemas.

Toda mi vida he anhelado el amor. Ansiaba tanto el contacto físico que a veces llegué a pensar que me desmayaría sin él. Sufría por eso, pero al mismo tiempo lo temía con cada fibra de mi ser. Fui tan abusada que ni siquiera sabía cómo debía ser un contacto físico bueno. De niña y adolescente nunca me dijeron que era hermosa o suficientemente hermosa. Estas preguntas no respondidas me dejaron con tanta hambre que no podía satisfacer mi corazón.

Busqué las respuestas por mí misma. Pensé que si llegaba a tener un determinado peso, me sentiría hermosa y suficiente. Pero la verdad es que, cuanto más peso perdía, más vacía me sentía. Mi búsqueda por encontrar la belleza perfecta pudo haberme matado. Me llegué a enfermar tanto que, literalmente, podía oír mi corazón luchando por latir. Yo estaba petrificada. Una noche me tomé el pulso y estaba en veinte y algo. Luché contra las lágrimas porque tenía miedo de que mi corazón no sería capaz de manejar toda la energía que mis lágrimas producirían. Mis huesos sobresalían, me estaba congelando de frío, mi cabello se caía a mechones, mis uñas eran de color púrpura y tenía vello fino creciendo en todo mi cuerpo. Me estaba matando a mí misma. Y lo único que mi corazón quería era ser abrazada y escuchar que alguien me diga que era hermosa.

En la universidad perseguía a los hombres porque quería llamar la atención. Esto me hizo sentir aún más sola y vacía. Cada chico que me gustaba era adicto a la pornografía. ¿Qué diablos estaba mal conmigo? ¿Era acaso mi culpa?

Un chico quería que me haga cirugía plástica. Cuando me mencionó esas palabras, mi corazón se congeló. Me sentí repugnante. ¿Acaso eso quiere decir que no soy hermosa? ¿Qué no te gusto tal y como soy? ¿No crees que soy atractiva? ¿Piensas que soy fea? A pesar de que ni siquiera consideraba la idea de hacerme cirugía plástica, esas palabras fueron muy dolorosas para mí.

En un momento viajé a la India y mi vida cambió. Hasta entonces nunca supe que Dios me amaba y ni siquiera sabía bien que Él existía. En la India, Eric Clark, un misionero de FOCUS, dio una charla sobre el amor de Dios Padre. Me derrumbé y lloré. Nunca había oído hablar de un amor así. No podía imaginar a alguien amándome de la manera en la que Eric describió cómo Dios nos ama. Usó bellos adjetivos para describir a Dios Padre, totalmente ajenos para mí. Él dijo que Dios era gentil, amoroso, misericordioso, comprensivo, compasivo, y que nos adoraba a nosotros (Su creación). Era extremadamente difícil para mí digerir lo que estaba diciendo Eric. Pero había algo en el amor de Dios Padre que me cautivó. A pesar de que yo no lo conocía o no entendía cómo Él podía amarme, deseaba con todo mi corazón que lo hiciera. Ansiaba desesperadamente el amor, no el falso amor que el mundo ofrece, sino el amor genuino y auténtico, el amor del Padre.

Después de la charla me acerqué a él. Le dije: “Eric, quiero conocer a Dios de esa manera. ¿Puedes enseñarme?” Una de las cosas que Eric me dijo fue que con el fin de conocer a Dios, tendría que recurrir a los Sacramentos. Así que hice un compromiso de asistir a Misa diaria, ir a adoración y confesarme más seguido. Eso cambió mi vida.

Mientras me curaba, entendí que mi verdadera belleza y mi grado de aceptación no dependía del ancho de mi cintura, de mi índice de masa corporal, o del hecho de que tuviese o no un novio. Mi anhelo de ser amada nunca podrá ser saciado por del número que la balanza me mostrase. Mi valor viene de mi dignidad intrínseca por ser humana.

Quiero animarte amorosamente diciéndote que no importa en qué punto de tu relación con Dios estás como para hacer un compromiso de conocerlo más. Si no oras nada, entonces ora tan solo cinco minutos. Si no vas a Misa dominical, entonces anda este Domingo. Si ya vas a Misa dominical, escoge un día durante la semana para ir también. Reza el Rosario, y si nunca lo has rezado, no hay problema, empieza a hacerlo. Toma pequeños pasos cada día para crecer en tu relación con Dios Padre. Además de eso siéntate en silencio y pídele que te muestre quién eres tú, como hija Suya. Él ve belleza en ti. Dile que tú también quieres verla.

Dios te adora. Eres preciosa para Él. Eres Su hija. Te ama mucho. Y desea derrochar Su amor en ti. Para Él eres hermosa, querida y amada. Eres suficiente.

Yo iba a adoración y me sentaba allí en silencio. A diario le pedía, a veces con lágrimas, que me mostrara la belleza que Él veía en mí. Le rogaba que me mostrara Su amor. Luego simplemente me quedaba quieta. Así, Él me mostró Su amor y cuán hermosa era, porque era Su hija.

Estoy lejos de ser perfecta y definitivamente no lo tengo todo, pero aun así sigo haciendo estas cosas a diario y las seguiré haciendo por el resto de mi vida. Muchas mujeres me han dicho que creen que si tuvieran un enamorado o un esposo, todo en sus vidas se arreglaría. Esto no es cierto, chicas. La verdad es que si no hubiese encontrado mi identidad y belleza en nuestro dulce Padre, nunca le creería a mi enamorado cuando me dice que soy hermosa. Nunca. Sin excepciones. Tienes que encontrar tu belleza en Cristo, primero.

Y no te olvides, no importa lo que hayas hecho, el Padre te adora. Tú eres Su creación. Él te creó por amor, para ser amada. ¡Él tiene un plan para ti! Tú tienes un propósito. Ve a Él. Él te está esperando con sus amorosos, compasivos y amables brazos abiertos para perdonarte, curarte y hacerte nueva.

¿Te preocupa encontrar un hombre que te ame?

Dios creó el universo, definitivamente Él no se olvidó de tu futuro. Cada mujer anhela a un hombre que la proteja y ame. Y recuerda, vale la pena esperar por ti. Mereces un hombre que luche por ti. Un hombre que te proteja y ame. Un hombre que te mantenga a salvo en cada sentido de la palabra. Espera por un hombre que te honre por ser un regalo tan hermoso. El hombre que Dios tenga para ti, no te va a presionar para que tengan sexo, sino que va a esperar pacientemente hasta su noche de bodas, para que así ambos se entreguen el uno al otro como un mutuo regalo de sí mismos. Nunca te amoldes a la inmoralidad para atraer a un hombre. Y si has pecado en el pasado, entonces ve a la confesión y comienza de nuevo. Vales más que eso. De hecho, tu valor está más allá de la comprensión humana.

Así mismo, si alguien te está presionando para cambiar tu cuerpo, recuerda que la cirugía plástica es como decir: “Lo siento, Dios, pero no me hiciste lo suficientemente buena, creo que te daré una mano y haré algunos cambios”. Son mentiras que buscan hacernos creer que no somos lo suficientemente buenas. Pero la confianza en Dios nos ayuda a combatir esas mentiras. Con el fin de hacer eso, necesitas estar firmemente arraigada en lo que eres. Señoritas, no dejen que la sociedad modele la confianza que ustedes deben tener en ustedes mismas.

Mi último consejito para ti, y algo que he aprendido a través de los años… No busques el amor de tu padre en cualquier lado, encuéntralo en el Padre.

PD: Eres suficiente.

MBMaura Byrne, es fundadora de Made in His Image, un ministerio que busca ofrecer ayuda a mujeres que sufren de trastornos físicos, alimenticios y/o de abuso sexual, enseñándoles acerca de su naturaleza y dignidad como personas humanas, creadas a imagen y semejanza de Dios.

Fuente: www.madeinhisimage.org

Traducción de Fabiola Espinoza

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