¿No hay amor sin sexo?

¿Cuántas veces hemos escuchado o incluso dicho, bajo la ilusión del enamoramiento, frases como: “haría cualquier cosa si me lo pides”, o “por ti lo doy todo”? Parece que el amor romántico no tiene límites, y que todo vale cuando “nos amamos”.

Sí, con la palabra “amor” hoy se justifica todo: someterse a los deseos ilimitados del otro —o someterlo a mis deseos y “necesidades”—, amar “sin reservas”, sin respetar límites ni decisiones previas… Esta ausencia de límites parece formar parte de este concepto de “amor” que nos venden hoy en día en casi todas las películas y libros.

Junto con la idea de que “para el amor no hay límites, siempre y cuando haya mutuo consentimiento” —como si hubiese consentimiento cuando lo que abunda es la presión, la manipulación emocional y sentimental, o el mero descontrol por la pasión encendida—, también nos venden la idea de que «sin sexo, no hay amor». Lamentablemente, muchos nos creemos esta mentira que nos hace pensar que «la verdadera prueba de amor» son las relaciones sexuales como “adelanto del matrimonio” —que en muchísimos casos nunca llega—, cuando en realidad la verdadera prueba de amor es la espera y el compromiso total, públicamente asumido: “prometo amarte y respetarte por todos los días de mi vida…”.

Somos ingenuas o ingenuos cuando caemos en el juego famoso del: «si de verdad me amas, demuéstramelo». Sobre todo los adolescentes llegamos a pensar que el sexo es la única forma de demostrar cuánto amor le tenemos a nuestra pareja, cuando no lo es. Además, ¿cuántos se casan hoy en día con su primer enamorado/a? Y si le entregas “todo” a tu primer amor, con la ilusión de que “es para siempre”, ¿qué pasará cuando esa relación se termine? Por favor, no seas una más de las que piensan: “a mí no me va a pasar, lo nuestro es diferente”.

Para que no te pase, sinceramente te recomiendo que no caigas en la trampa, pues cuando “para probar tu amor” mantienes relaciones sexuales antes del matrimonio, la relación se empieza a centrar cada vez más en el placer, en lo físico, hace que nos volvamos cada vez más egoístas y centrados en nosotros mismos. Eso destruye la relación.

La verdad es que el camino fácil es tener relaciones sexuales antes de casarse, porque «nos amamos», o porque nuestras hormonas “están revueltas” y es muy difícil contenerse. Sí, lo difícil es tener autocontrol, ir contracorriente y forjarse en la espera. Eso solo lo puede hacer quien ama de verdad. Por eso, cuando la persona que te ama decide esperar, te está demostrando que te ama verdaderamente. Obviamente, no solo se trata de decirlo, sino de vivirlo, demostrarlo y mantenerlo día a día, porque eso es la castidad: una lucha diaria.

Sin sexo, ¿no hay amor? NO. Sin sexo, hay verdadero amor.

Pao, 18 años, Perú; Revolucionaria del Amor Verdadero.

Artículo escrito para La Opción V

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