Todos hemos sido creados para amar y ser amados de verdad. Como seres humanos experimentamos esa necesidad de compartir nuestra vida con otras personas, y si nuestra vocación es al matrimonio, con mayor razón emprenderemos esa búsqueda de hallar a ese alguien que tanto anhelamos.
¿Pero cuántas veces creemos que se trata sólo “con el corazón”, y nos olvidamos que es importante usar la razón al momento de involucrarnos sentimentalmente con alguien? Nos dejamos llevar por las emociones momentáneas y no pensamos en que si hacemos esta elección de manera errada, se puede llegar a ser muy infeliz y hacer muy infeliz a la otra persona.
Para poder encontrar ese amor que tanto esperamos, debemos saber elegir de manera correcta a la persona de la cual nos enamoraremos.
En este artículo quiero contarte cómo hacerlo y te explicaré por qué es tan importante.
¿Cómo es que normalmente se desarrolla esta elección?
Todo empieza con una atracción. En los hombres es más física mientras que en las mujeres suele ser más psicológica. Nos entusiasmamos, nos ilusionamos, incluso llegamos a sentir “maripositas en el estómago”, pero no evaluamos si es que realmente esa persona a quien estamos conociendo es la adecuada o no. ¿Y cómo saberlo? Sigue leyendo que más adelante te lo explicaremos.
El siguiente paso —pero el que la mayoría de personas que andan en la búsqueda de la pareja ideal se saltan—, es usar la razón o como comúnmente se dice: “usar la cabeza”. Lo ideal es que esto suceda cuando aún no estamos enamorados. Ciertamente puede existir un sentimiento pero si evaluamos la situación cuando aún no estamos enamorados, podemos evitar mucho sufrimiento para nosotros y para la otra persona. Es muy importante esta etapa, ya que si el amor solo fuera sentimiento y emoción pura, quedaríamos inevitablemente a merced de sus altibajos y fluctuaciones.
¿Me conviene enamorarme de esa persona?
Para poder respondernos a esta pregunta, es importante que tengamos claros nuestros ideales: ¿qué es lo que yo quiero para mi vida? ¿Tenemos las mismas convicciones? ¿Compartimos los mismos planes? ¿Los mismos sueños?. Debemos analizar, indagar, evaluar y sobre todo conocer a la otra persona. Es por eso que la etapa de amistad que debe haber en toda relación es básica, para de esa manera tener conocimiento de la otra persona: sus gustos, sus anhelos, sus hábitos y aficiones, su familia, sus amistades, etc. Este tiempo es primordial para poder estar seguros antes de involucrarnos emocionalmente.
No siempre el enamoramiento se tiene que dar como un “flechazo”; lo recomendable es que sea un enamoramiento sensato, sin prisa, y que los sentimientos vayan siempre acompañados de la razón.
Reconozco que nosotras, las mujeres, muchas veces nos dejamos llevar por nuestras emociones, y es ahí cuando podemos vernos involucrados en una relación que no nos hace bien. Y es que los sentimientos son un paisaje interior muy fluctuante, que pueden depender del momento, de las circunstancias e incluso de nuestro estado de ánimo.
Otra cosa que debemos evitar es “probar”. Algunas veces el miedo a quedarnos solos, nos hace involucrarnos con alguien que nos hace daño o no nos llena del todo, que no nos convence totalmente y forzamos y apresuramos las cosas con tal de no vivir en soledad. Es importante que tengamos nuestras ideas claras, que no nos apresuremos y elijamos a nuestra pareja con prudencia.
El mundo nos vende que hoy en día el sexo libre está bien. Ha pasado a ser algo de usar y tirar y se ha perdido la dignidad de las personas. El ámbito sexual se ha convertido en un ámbito completo de placer, trayendo consecuencias muy dolorosas como la depresión, que es una “enfermedad de transmisión sexual psicológica” de la que nadie habla y de la cual el condón y las pastillas no protegen. La depresión es consecuencia del vacío que genera el entregar lo más preciado de nuestro ser en el momento incorrecto, bajo ningún compromiso. El impulso sexual a veces es muy fuerte y debemos luchar para controlarlo. Por lo tanto es sumamente importante ir educando la inteligencia y sobre todo la voluntad, y esto lo conseguimos ejercitándonos en la virtud de la castidad.
Algo más: para poder amar y ser amados de verdad, debemos empezar por nosotros mismos, queriéndonos y valorándonos adecuadamente, cuidando nuestra dignidad y no permitiendiendo ser usados ni usando a las personas como objetos de placer (¡Nada de “amigos con derechos”!). Es en la castidad que renunciamos a nuestros propios egoísmos, buscando siempre la felicidad del otro, aprendiendo a dominarnos, esperando hasta el matrimonio para entregar lo más hermoso y valioso de nuestro ser a la persona ideal para nosotros, con quien existirá un compromiso delante de Dios. La castidad trae paz a nuestra vida, nos llena de alegría, y nos permite vivir una relación sin temores, reproches ni angustias. Purifica nuestro corazón ya que nos libera de la actitud egoísta de usarse y nos permite gozar de un amor verdadero. Es en la castidad donde el amor es realmente genuino.
Fernanda, 35 años, casada.
Artículo escrito para La Opción V
* ¡Este Blog es un espacio creado para ti! Tú también puedes enviarnos tus preguntas, testimonio o reflexiones a laopcionv@gmail.com, con nuestro compromiso de guardar tu identidad en la más absoluta reserva. Con tu colaboración y participación podremos ser cada vez más quienes creemos que el amor verdadero sí existe, y que el camino para alcanzarlo es la castidad!
** Todas las publicaciones en este Blog son de propiedad de La Opción V, a menos que procedan de otra fuente. Pueden ser difundidas libremente, por cualquier medio, consignando siempre la fuente. Está terminantemente prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro.