¿Cómo encontrar a la persona perfecta para mí?

Todos sabemos que no existe una persona perfecta. Todos tenemos virtudes y oportunidades de mejora. Sin embargo, nos podemos aventurar a decir que sí existe una persona que puede ser perfecta para nosotros. ¿Saben quién es? Es esa persona que nos va a amar en nuestra imperfección. Que nos sabrá respetar a capa y espada. Quien pondrá nuestra felicidad por encima, inclusive, de la suya. Y, seguramente, es con esa persona con la que vamos a querer pasar el resto de la vida.

Una persona que no tenga alguna de las características mencionadas, no nos hará felices. Porque, como pueden ver, no estamos hablando de si es bonito/a o feo/a, gordo/a o flaco/o, ingeniero o médico. Estamos hablando de virtudes que debe poseer alguien que quiere formar un hogar feliz.

Elijamos lo más importante en nuestra vida con los mismos criterios

Me encantaría que se sienten a reflexionar y piensen: ¿qué es lo que actualmente me gusta de los chicos/as con las que salgo o frecuento? ¿Me estoy fijando en si tienen estas virtudes mencionadas o me preocupa más si se visten bonito o feo, si tienen buen cuerpo, si son los más “juergueros” de la fiesta, los más chistosos, los más bacanes?

Seguramente algunos me dirían: “¡Pero qué tía para cucufata eres! ¡Somos jóvenes! Tenemos que vivir, divertirnos, probar de todo para saber finalmente qué nos gusta”. “Por supuesto”, les diría yo: “Tienen toda la razón. Y en ningún momento he dicho lo contrario. Sólo estoy diciendo que es mejor pasarla bien con alguien que valga la pena”.

La juventud es una etapa maravillosa en la que se tiene una libertad espléndida. Se hace lo que se quiere y la gran mayoría no trabaja. Papá y mamá pagan, cocinan, limpian y planchan. Los jóvenes se dedican a ser eso: jóvenes.

Sin embargo, es una edad en la que las decisiones que definirán su futuro los comienzan a rondar. Por ejemplo, hay que decidir la profesión. También es una época en la que empiezan los enamoramientos más serios.

Así como la primera decisión —la profesión— no la dejamos a la suerte y al “a ver qué pasa”, tampoco deberíamos dejar la segunda decisión —el amor— en manos del horóscopo. Debemos pensar que, al igual que en nuestra carrera, en el amor también se requiere tener aptitudes positivas, dedicación, respeto, empeño y responsabilidad para salir airoso.

Cuando escogemos dónde vamos a estudiar, ¿lo hacemos porque el centro de estudio nos parece “recontra cool” o la fachada tiene un color increíble? ¿O una decisión seria implicaría analizar su reputación académica? Igual debemos hacer cuando escogemos con quién vamos a pasar el tiempo. Sobre todo porque no sabemos a qué nos va a llevar la relación.

Ser jóvenes tiene sus privilegios. Pero también muchas responsabilidades. Si hoy yo, casada con dos hijos, salgo embarazada “por accidente”, no pasa nada. Es una gran alegría y simplemente tengo que desempolvar la cuna y arrimar la cama de uno de mis hijos a una pared para que entre otro. “Echarle más papa al caldo”, como se dice. Si una joven de 14, 15, 16, o 20 años sale embarazada “por accidente”, puede ser algo terrible para ella y su futuro. Más terrible aún si el padre del bebé es el más “juerguero”, el más bacán o el más borracho de la fiesta. Y viceversa. Ningún chico responsable y con buenos valores quisiera que la mamá de su hijo sea la que más rones con Coca Cola toma en una noche y la que tiene la falda más corta en la discoteca, por más fashion que se vea.

Educarse y entrenarse desde hoy

Por eso es importante que desde hoy se entrenen a saber escoger. Para muchos el matrimonio puede ser algo muy lejano. Pero el tiempo pasa. Y muy rápido. El tiempo de la juventud debe ser usado para entrenarse para lo que será su vida futura y que los acompañará por más tiempo. Si queremos ser campeones en algún deporte, entrenamos todos los días, muchas horas. Y mientras más temprano empecemos, más éxitos cosecharemos. Si queremos ser buenos esposos y padres en el futuro, también debemos dedicarle mucho tiempo a ejercitar las virtudes necesarias para ello. Sería un grave error pensar que empezarás a ser buen esposo o esposa cuando te cases. ¡No!

Hoy y cada día, ya en tu adolescencia y juventud, debes entrenarte en las virtudes como la paciencia, el respeto, la responsabilidad, el autodominio, la capacidad de sacrificio y auto-donación, la generosidad, virtudes que son básicas para que el día que te cases llegues a ser un buen esposo o esposa, un buen padre o madre. Y eso, por supuesto, es mucho más fácil cuando nos acompaña una persona que mira hacia el mismo horizonte y lucha por lo mismo.

Así, si quieres encontrar a “la persona perfecta” para ti, empieza a mirar lo esencial desde hoy y empieza a ser tú “la persona perfecta” para quien será tu compañero o compañera de vida, entrenándote con paciencia y perseverancia en las virtudes necesarias para ello. No desaproveches el tiempo precioso de tu juventud, úsalo bien, entrénate bien, pues de ello depende que tú seas feliz haciendo felices a quienes amarás y te amarán por el resto de tu vida.

Con cariño,

La Mamá Oca

Foto: imagerymajestic/www.freedigitalphotos.net

 

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