Literatura erótica al alcance de todos…
Hace 2 años leí 50 sombras de Grey porque yo suelo leer muchos libros, más de los que me requiere mi estudio universitario. Me lo habían recomendado porque, previo a ser publicado, fue un fanfic de Crepúsculo.
Siendo sincera, ese libro me aburrió demasiado. Sentía que los personajes pasaban de relación sexual en relación sexual con los elementos añadidos del BDSM (sadomasoquismo). Yo pensaba: “¡Qué insulsa es esta tipa! ¡De verdad un hombre así no se enamoraría de ella!” Por el lado del protagonista mis pensamientos iban algo dispares, puesto que al estar dentro de ese mundo de “sombras” una no discierne claramente. Él me parecía irreal, porque lo es, un hombre adinerado que te controla, te usa y todo lo pone “en nombre del amor”, pues sonaba a cursilería barata.
En ese tiempo no había elegido esta opción de vivir la castidad, así que libros de contenido romántico-erótico (o “porno para mamás”, como lo ha llamado Stephen King, reconocido narrador de la literatura de habla inglesa contemporánea, quien además dijo en una entrevista al diario español El País: «a veces es verdad que lo que vende mucho es muy malo, por ejemplo 50 sombras de Grey es basura») iban y venían entre mis lecturas. Desde que tomé la decisión de vivir la castidad, también tomé la decisión de alejarme de todos esos “géneros literarios”, cosa que me ha devuelto la paz al corazón y el control sobre mi vida.
Me apena saber que libros como esos (y peores, como “Pídeme lo que quieras”) son leídos por niñas desde los 11 o 12 años de edad, y como toda pornografía, cada vez son más libros como esos los que proliferan en la literatura barata porque vende, especialmente a las mujeres.
Por esta pena que siento y el daño que veo que hace, no puedo quedarme callada y he querido compartirles mi experiencia y conclusiones para advertirles de las consecuencias negativas que trae leer libros como 50 sombras de Grey.
Lo que me he dado cuenta que atrapa a las chicas —aparte de la distorsionada imagen del sexo que no se lo toma como lo que es: algo sagrado, un regalo para compartir con tu esposo o esposa— es ese deseo que muchas tienen de cambiar o “arreglar” a un hombre a través de su amor. Existe en nosotras las mujeres esa mentalidad equivocada de que podemos cambiar o adaptar una persona a lo que esperamos de él.
En el libro, él «cambia» de no querer una relación seria “con flores y corazones” a buscar quedarse sólo con ella, es decir, ¡mágicamente el amor de Anastasia “cambia” a Christian! Y como los protagonistas se terminan casando… “¡Hurra! ¡Final feliz! ¡Todo lo anterior valió la pena pasarlo y soportarlo!” Básicamente la trilogía te vende la idea de que «si me dejo usar (y abusar) el tiempo suficiente, él me querrá a su lado por siempre».
Seamos sinceros: ¿conocen alguna amiga suya que les haya dicho “yo lo voy a cambiar” y en realidad lo haya logrado? La que termina cambiando es la mujer, y no de buena manera, porque rebaja el estándar que tenía para adaptarse a la persona a la que quería “ayudar” en primer lugar.
Una vez, mientras una gran amiga mía leía antes de clase el libro “Pureza y Sexualidad” del P. Jürgen Daum (yo se lo había prestado), mis compañeras le contaron que a una amiga divorciada un “amigo” le había regalado 50 sombras de Grey. Le contaron que “después de leerlo ella quedó con ganas de tener sexo por casi un mes”. Probablemente aquél “amigo” que le regaló el libro lo hizo por esa razón: excitarla con la lectura para que así lo buscase para saciar sus ganas.
A mí personalmente ese tipo de lecturas me empujaba a buscar pornografía (me da vergüenza decirlo) porque causaba excitación en mi mente; los personajes vivían lo que yo en algún punto quería vivir y hacer con alguien más.
Sinceramente me arrepiento de haber leído esos libros porque en realidad no me estaban enseñando a buscar el amor, tan sólo era una forma de adormecer mis pensamientos al sentirme sola, era como una droga para mi dolor: «si no estoy con alguien, tengo los libros y sus personajes». Ellos vivían las historias que yo quería vivir: encontrar a alguien, enamorarnos y querernos apasionadamente…
Ese tipo de lectura me aislaba. No es lo mismo leer por diversión y seguir involucrada con todos los aspectos de tu vida que leer un libro que temes que la gente sepa que has leído. Te aísla porque si te sientes mal buscas algo que te lo quite y no lo vives ni lo compartes.
Como pornografía que es, no sólo te aísla sino que también te genera adicción: llegué a un punto en el que no podía encontrar satisfacción en nada, así que me venía esta irrefrenable (en ese momento lo sentía así) necesidad de leer un libro así o de ver pornografía para saciar esa “necesidad”.
En ese momento sólo trataba de auto-convencerme de que no le hacía daño a nadie, pero se lo hacía a todos: le robaba a mi madre su hija, a mi familia un miembro más, a mí misma la oportunidad de sentirme feliz y en paz al no tener que esconder ese «sucio secreto» que tarde o temprano podían conocer.
Otra consecuencia negativa de la lectura de estos libros es que a las mujeres nos orientan hacia un tipo de hombre, el «hombre macho» que por ti se va contra todo. Eso es más propio de las novelas, porque un hombre que lucha contra todo el mundo (e inclusive sus propios deseos) por ti, lo hace por amor, y para amarte requieren ambos de más tiempo para conocerse y mucho más compromiso. En esos libros casi a las 2 páginas ya se quieren lanzar el uno sobre el otro porque apenas se conocen sienten una atracción física-sexual instantánea.
Para terminar…
Hoy puedo decir que he cambiado, y créanme que la página de La Opción V tuvo muchísimo que ver en mi cambio. He dejado de leer este tipo de ficción, he dejado de escuchar canciones que con sus letras nos incitan y excitan, y ya llevo seis meses sin ver pornografía y feliz de poder vivir la castidad. No ha sido fácil, ¡pero sí es posible!
De mis errores he aprendido, y de lo que he aprendido quiero ayudar a los demás. Ahora intento hacer mi parte al hablarle sobre ello a mis amistades, contarles que no les hace ningún bien ese tipo de “fantasías”, pues dado el momento querrán que sus parejas cumplan con estándares ficticios, imposibles de alcanzar. No creo poder detener el monstruo de Hollywood, pero si me encargo de hacer mi parte, ¡creo que algo puedo lograr!
Karina, 23 años, Ecuador.
Artículos relacionados:
50 sombras de Grey: 5 cosas que deberías saber
Cinco enseñanzas de “50 Sombras de Grey”
Descubriendo las mentiras en “50 sombras de Grey”
Novelas eróticas para mujeres: Las Cincuenta Sombras de Grey
«Cincuenta sombras de Grey»: “alimento podrido”
Sombras como máscaras de la Verdad
50 sombras de Grey: la normalización del abuso sexual y emocional
* ¡Este Blog es un espacio creado para ti! Tú también puedes enviarnos tus preguntas, testimonio o reflexiones a laopcionv@gmail.com, con nuestro compromiso de guardar tu identidad en la más absoluta reserva. Con tu colaboración y participación podremos ser cada vez más quienes creemos que el amor verdadero sí existe, y que el camino para alcanzarlo es la castidad!
** Todas las publicaciones en este Blog -a menos que sean tomadas de otra fuente- son de propiedad de La Opción V. Pueden ser difundidas libremente, por cualquier medio, consignando siempre la fuente. Está terminantemente prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro.